Evangelio del día | 30 de marzo

Lunes 30 de marzo de 2020
5ta Semana de Cuaresma / Ciclo A
Reflexión por Mons. Fray Oswaldo Escobar, ocd.
Obispo de Chalatenango

EVANGELIO
Aquel de ustedes que no tenga pecado,
que tire la primera piedra.   
Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba.

Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a esas mujeres. ¿Tú qué dices?»

Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Pero como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra». Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.

Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él.

Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?» Ella le contestó: «Nadie, Señor». Y Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar».
Palabra del Señor. Gloria y honor a ti Señor.

REFLEXIÓN DEL EVANGELIO POR FRAY OSWALDO ESCOBAR, OCD
OBISPO DE CHALATENANGO.
MEDITACIÓN TERESIANA POR FRAY OSWALDO ESCOBAR, OCD
OBISPO DE CHALATENANGO.

Para la reflexión personal

• Trata de ponerte en la piel de la mujer: ¿Cuáles habrán sido sus sentimientos en ese momento?
• ¿Qué pasos puede y debe dar nuestra comunidad para acoger a los excluidos? 

Oración final

Señor, Dios nuestro, cuyo amor sin medida nos enriquece con toda bendición, haz que, abandonando la corrupción del hombre viejo, nos preparemos, como hombres nuevos, a tomar parte en la gloria de tu reino. Por nuestro Señor. 
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. (Sal 22)

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