Evangelio del día | 22 de mayo | Mes de María

EVANGELIO VIERNES 22 DE MAYO
MES DE MARÍA

Evangelio viernes 22 de mayo de 2020
6ta. Semana de Pascua / Ciclo A

Jesús sabe que la necesidad más profunda del que ama es gozar siempre de la presencia de la persona amada. Su ausencia es fuente de profunda tristeza. Jesús quiere preparar a sus apóstoles, a sus amigos, para cuando se produzca su ausencia: “Vosotros estaréis tristes”. Nosotros, cristianos del siglo XXI, también podemos gozar de la presencia continua de Cristo. Cristo ha resucitado y permanece siempre con nosotros. “El que me ama guardará mis mandamientos y mi Padre y yo vendremos a él y haremos morada en él”. Así es el amor de Jesús con nosotros, nunca nos deja solos, nunca nos deja huérfanos y por si fuera poco, en cada eucaristía nos lo vuelve a recordar y nos ofrece su presencia amorosa, regalándonos su cuerpo entregado y su sangre derramada. Sus palabras nos llegan: “nadie os quitará vuestra alegría”.

EVANGELIO

Nadie podrá quitarles su alegría.
Del santo Evangelio según san Juan: 16, 20-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría.
Cuando una mujer va a dar a luz, se angustia, porque le ha llegado la hora; pero una vez que ha dado a luz, ya no se acuerda de su angustia, por la alegría de haber traído un hombre al mundo. Así también ahora ustedes están tristes, pero yo los volveré a ver, se alegrará su corazón y nadie podrá quitarles su alegría. Aquel día no me preguntarán nada». 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión al Evangelio por Fray Oswaldo Escobar, ocd.
Obispo de Chalatenango
Meditación Teresiana por Fray Oswaldo Escobar, ocd.
Obispo de Chalatenango

Para la reflexión personal

• Tristeza e alegría. Existen juntas en la vida. ¿Cómo acontecen en mi vida?
• Dolores de parto. Esta experiencia está en el origen de la vida de cada uno de nosotros. Mi madre aguantó el dolor con esperanza, y por esto yo estoy vivo. Me detengo un momento y pienso en este misterio de la vida. 

Oración

¡Oh Dios!, que por la resurrección de tu Hijo nos has hecho renacer a la vida eterna; levanta nuestros corazones hacia el Salvador, que está sentado a tu derecha, a fin de que cuando venga de nuevo, los que hemos renacido en el bautismo seamos revestidos de una inmortalidad gloriosa. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *