Evangelio de la Natividad de San Juan Bautista | Solemnidad – Ciclo A

NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA
Evangelio de la Natividad de San Juan Bautista

Miércoles 24 de junio de 2020
Evangelio de la Natividad de San Juan Bautista
Solemnidad – Ciclo A

Esta fiesta nos tiene que hacer mirar, hacia nosotros mismos. Porque el día de nuestro Bautismo fuimos consagrados como sacerdotes, reyes y «profetas». Es decir: que hemos sido consagrados al servicio de  Dios como portavoces de Jesús (eso es un profeta), como anunciadores y testigos del Reino, como denunciadores de la injusticia, la corrupción, como defensores de los más pobres.  Probablemente hoy tenga poco sentido marcharse al desierto y vestirse de maneras raras. Aunque el Papa no deja de insistirnos en que acudamos a las periferias existenciales, a los desiertos donde sobreviven tantas personas.

Lo que sí sería significativo es tomar distancia crítica de muchas estructuras sociales y políticas, de no pocos «personajes» públicos cuyo estilo y opciones de vida están muy lejos del Evangelio, de tantas costumbres y tradiciones que hoy ya no valen… ponernos a discernir y practicar un estilo de vida alternativo, que en verdad sea «luz de las naciones».

Jesús ya nos ofreció su estilo de vida alternativo y luminoso, él mismo fue «luz del mundo».  Pero tenemos que actualizarlo para nuestro mundo de hoy. Ser mucho más disponibles y serviciales, huir de la tentaciones de pactar con aquellos que buscan el beneficio para unos pocos, o para sí mismos, o para los de siempre.  Que las naciones, al mirar a los bautizados, pudieran comprobar que vamos «creciendo y nuestro carácter se afianza, porque la mano del Señor está con nosotros». Pidamos a Juan Bautista, que no nos falten profetas hoy, que nos recuerden lo esencial del Evangelio, y nos haga capaces de escucharlos y tenerlos debidamente en cuenta. Aunque a menudo nos descoloquen. (CMF)

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 1, 76
R. Aleluya, aleluya.

y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos. R/.

EVANGELIO

Juan es su nombre.
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80

Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: «No. Su nombre será Juan». Ellos le decían: «Pero si ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Todos se quedaron extrañados.

En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios. Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: «¿Qué va a ser de este niño?». Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él.
El niño se iba desarrollando físicamente y su espíritu se iba fortaleciendo, y vivió en el desierto hasta el día en que se dio a conocer al pueblo de Israel. 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA
San Juan Bautista verdadero ejemplo de coherencia, amor y fidelidad a Jesucristo.

Para la reflexión personal

  • ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención en este pasaje y en la reflexión?
  • Juan se identifica como el amigo del esposo. ¿Cuál es, a tu parecer, el significado que tiene esta imagen?
  • La Iglesia ha visto siempre en Juan Bautista su tipo. Él es aquel que prepara el camino del Señor. ¿Tiene esto alguna importancia para nuestra vida cotidiana?

Oración

¡Oh Dios, que has instruido a tus fieles, iluminando sus corazones con la luz del Espíritu Santo, concédenos obtener por el mismo Espíritu el gustar del bien y gozar siempre de sus consuelos. Gloria, adoración, amor, bendición a Ti eterno divino Espíritu, que nos ha traído a la tierra al Salvador de nuestras almas. Y gloria y honor a su adorabilísimo Corazón que nos ama con infinito amor!

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