Reflexión al Evangelio | 20 de agosto | 20º Semana – Tiempo Ordinario – Año Par
RESPONDER A LA GENEROSIDAD DE DIOS
Reflexión Evangelio 20 de agosto
Reflexión al Evangelio jueves 20 de agosto de 2020
Memoria de San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia
Vigésima semana / Tiempo Ordinario
Año Par
Introducción
No debería resultarnos difícil reconocernos en los invitados que rechazan neciamente la ocasión de sentarse en el banquete nupcial. Es una negación obstinada que irrita al rey, defraudado en su amor apasionado. Con todo, no se rinde, no se da por vencido. ¿Y entre estos últimos llamados no nos encontramos precisamente nosotros, que, después de nuestros rechazos, nos íbamos, cansados, abatidos, en busca de nuevas y sórdidas aventuras? Nosotros, los «elegidos» en virtud del bautismo, nos hemos convertido de nuevo en «paganos» a causa de nuestro modo de vivir, más de acuerdo con la mentalidad del mundo que con el Evangelio. Es la experiencia de la pobreza la que hace brotar, por fin, del corazón el «sí» que el Señor espera. Ahora bien, ¿se trata verdaderamente de un «sí» total, incondicional, de un «sí» bañado por las lágrimas del arrepentimiento e iluminado por la alegría del perdón?
Presentarse en las bodas sin el traje de boda no significa tanto estar sucios por el pecado -los últimos invitados son buenos y malos- como rechazar, una vez más y con mayor descaro, la comunión de vida con Jesús. Y el rey, aunque la sala del banquete esté atestada, no podrá dejar de notar que falta todavía alguien. Si su reacción es fuerte y dura, lo es sólo por amor. Amenaza como lo hace un padre dolorosamente sorprendido por lo absurdo del comportamiento de un hijo disoluto. De hecho, ¿qué puede haber más increíble que nuestro obstinado rechazo del amor? (G. Zevini, Lectio Divina)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Sal 94, 8
R/. Aleluya, aleluya.
Hagámosle caso al Señor que nos dice: No endurezcan su corazón. R/.
EVANGELIO
Conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren.
Del santo Evangelio según san Mateo 22, 1-14
En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: «El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir.
Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: ‘Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda’. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron. Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego les dijo a sus criados: ‘La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren’. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.
Cuando el rey entró a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?’. Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: ‘Atenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
- ¿Cuáles son las personas que normalmente son invitadas a nuestras fiestas? ¿Por qué?
- ¿Cuáles son las personas que no son invitadas a nuestras fiestas? ¿Por qué?
Oración
Padre misericordioso, Tú abres las puertas de tu reino para invitarnos a todos, tanto buenos como malos, a participar de la vida de Jesús, tu Hijo.
Danos la sabiduría y la fuerza para responder a tu generoso llamado con todo nuestro ser. Ayúdanos a marchar por el camino de lealtad de Jesucristo hacia ti y hacia los hermanos. Amén.