Reflexión al Evangelio 28º domingo | Tiempo Ordinario – Ciclo A

LA EUCARISTÍA, FUENTE Y CUMBRE DEL CRISTIANO
Reflexión Evangelio vigésimo octavo domingo.

Domingo 11 de octubre de 2020
Reflexión Evangelio vigésimo octavo domingo.
Tiempo Ordinario / Ciclo A

Introducción

En el evangelio que acabamos de proclamar, Jesús describe el reino de Dios como un gran banquete de boda, con abundancia de alimentos y bebidas, en un clima de alegría y fiesta que embarga a todos los convidados. Al mismo tiempo, Jesús subraya la necesidad del «traje de fiesta» (Mt 22, 11), es decir, la necesidad de respetar las condiciones requeridas para la participación en esa fiesta solemne. La imagen del banquete está presente también en la primera lectura, tomada del libro del profeta Isaías, donde se subrayan la universalidad de la invitación «para todos los pueblos» (Is 25, 6) y la desaparición de todos los sufrimientos y dolores: «Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros» (Is 25, 8).

Son las grandes promesas de Dios, que se cumplieron en la redención realizada por Cristo, y que la Iglesia, en su misión evangelizadora, anuncia y ofrece a todos los hombres. La comunión de vida con Dios y con los hermanos, que por obra del Espíritu Santo se actúa en la existencia de los creyentes, tiene su centro en el banquete eucarístico, fuente y cumbre de toda la experiencia cristiana. Nos lo recuerda la liturgia cada vez que nos disponemos a recibir el cuerpo de Cristo. Antes de la comunión, el sacerdote se dirige a los fieles con estas palabras: «Dichosos los invitados a la cena del Señor». Sí, somos verdaderamente dichosos, porque hemos sido invitados al banquete eterno de la salvación, preparado por Dios para todo el mundo.

Pidamos al Señor, con las palabras de la oración Colecta de la liturgia de hoy, que su gracia continuamente nos preceda y acompañe en nuestro camino personal y comunitario, de manera que, sostenidos por su ayuda paterna y por la intercesión materna de María, Madre de la Iglesia, no nos cansemos jamás de hacer el bien. (San Juan Pablo II, Papa. Homilía domingo 10 de octubre del 1999).

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr: Ef 1, 17-18
R/. Aleluya, aleluya.

Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes, para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento. R/.

EVANGELIO

San Mateo 22, 1-14
Conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: «El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir.

Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: ‘Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda’. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron.

Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego les dijo a sus criados: ‘La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren’. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.

Cuando el rey entró a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó: ‘Amigo, ¿Cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?’. Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: ‘Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos». 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
¿Cómo está mi sintonía con los llamados de Dios?
Reflexión Evangelio vigésimo octavo domingo.
Mejora tu comunicación con Dios de manera que puedas escuchar sus invitaciones, para poder alegrarte de lo que Él se alegra y entristecerte, si es el caso con lo que Él le entristece.
Para la reflexión personal
  • ¿Cuáles son en mi vida «los asuntos urgentes» que me impiden aceptar la invitación de Dios?
  • ¿Cuál es el traje pedido por mí concretamente para poder participar en el banquete nupcial del Reino de Dios?
Oración

Señor Dios, Padre nuestro, venimos aquí juntos como pueblo para participar en la fiesta de Jesús, nuestro Salvador. Que esta celebración permanezca como signo anticipado de la fiesta eterna que tú has preparado para nosotros. Haz que nos regocijemos contigo acojamos a todos con brazos abiertos: hombres y mujeres de todas partes y de todas las naciones, pobres y ricos, fuertes y débiles. Que todos aceptemos tu invitación  y que nos regocijemos con todos. Amén.

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