Evangelio del día 19 de febrero

Del santo Evangelio según san Marcos: 8, 22-26

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida y enseguida le llevaron a Jesús un ciego y le pedían que lo tocara. Tomándolo de la mano, Jesús lo sacó del pueblo, le puso saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó:
«¿Ves algo?». El ciego, empezando a ver, le dijo: «Veo a la gente, como si fueran árboles que caminan».
Jesús le volvió a imponer las manos en los ojos y el hombre comenzó a ver perfectamente bien: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: «Vete a tu casa, y si pasas por el pueblo, no se lo digas a nadie». 
Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.

LECTIO DIVINA

El Evangelio de hoy cuenta la curación de un ciego.

Este episodio de la curación constituye el inicio de una larga enseñanza de Jesús a los discípulos (Mc 8,27 a 10,45) que termina con la curación de otro ciego (Mc 10,46-52). En medio de este contexto más amplio Marcos sugiere a los lectores que los ciegos de verdad son Pedro y los demás discípulos. ¡Somos todos nosotros! Ellos no entendían la propuesta de Jesús cuando hablaba del sufrimiento y de la cruz. Pedro aceptaba a Jesús como mesías, pero no como mesías que sufre (Mc 8,27-33). El estaba influenciado por la propaganda del gobierno de la época que hablaba sólo del mesías como rey glorioso. Pedro parecía ciego. No entendía nada y quería que Jesús fuera como él, Pedro, quería que fuese.

El evangelio de hoy muestra lo difícil que fue la curación del primer ciego.

Jesús tuvo que realizarla en dos etapas. Igualmente difícil fue la curación de la ceguera de los discípulos. Jesús tuvo que hacer una larga explicación respecto del significado de la Cruz para ayudarlos a entender, porque era la cruz lo que estaba causando en ellos esta ceguera.

En el año 70, cuando Marcos escribe, la situación de las comunidades no era fácil. Había mucho sufrimiento, muchas cruces. Seis años antes, en el 64, el imperador Nerón había decretado la primera gran persecución, matando a muchos cristianos. En el 70, en Palestina, Jerusalén estaba siendo destruida por los romanos. En los otros países, estaba estallando una fuerte tensión entre judíos convertidos y judíos no convertidos. La dificultad mayor era la Cruz de Jesús. Los judíos pensaban que un crucificado no podía ser el mesías tan esperado por la gente, pues la ley afirmaba que todo crucificado debía de ser considerado como un maldito de Dios (Dt 21,22-23).

Marcos 8,22-26: Curación de un ciego.

Le llevan a un ciego, pidiendo a Jesús que lo curara. Jesús lo cura, pero de una forma diferente. Primero, lo saca fuera del pueblo. Luego, le pone saliva en los ojos, le impone las manos y le pregunta: ¿Ves algo? Y el hombre le contesta: “Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan.” Veía sólo en parte. Cambiaba árboles por personas, y personas por árboles. Así que Jesús lo cura en su segundo intento, y le prohíbe entrar en el pueblo. Jesús no quería una propaganda fácil.
• Como dijimos, esta descripción de la curación del ciego, es la introducción de una larga enseñanza de Jesús para curar la ceguera de los discípulos, y que al final termina con la curación de otro ciego, Bartimeo. En realidad el ciego es Pedro. Somos todos nosotros. ¡Pedro no quería el compromiso de la Cruz! Y nosotros ¿entendemos el sufrimiento en la vida?

El conjunto de la enseñanza tiene como telón de fondo la caminada desde Galilea hasta Jerusalén.

Desde el comienzo hasta el final de esta larga instrucción, Marcos informa que Jesús está de camino hacia Jerusalén, donde le espera la muerte (Mc 8,27; 9,30.33; 10,1.17.32). El seguimiento de Jesús no se entiende por medio de la enseñanza teórica, sino por medio del compromiso práctico, caminando con él por el camino del servicio, desde Galilea hasta Jerusalén. Quien insiste en mantener la idea de Pedro, esto es, del Mesías glorioso sin la cruz, no entenderá nunca nada y nunca llegará a tomar la actitud del verdadero discípulo. Continuará ciego, cambiando gente por árboles (Mc 8,24). Pues sin la cruz es imposible entender quién es Jesús y qué significa seguir a Jesús.

El Camino del seguimiento es el camino de la entrega, del abandono, del servicio, de la disponibilidad, de la aceptación del conflicto, sabiendo que habrá resurrección. La cruz no es un accidente por el camino, sino que forma parte del camino. Pues en un mundo organizado desde el egoísmo, ¡el amor y el servicio sólo pueden existir crucificados! Quien hace de su vida un servicio a los demás, incomoda a los que viven agarrados a los privilegios, y sufre.

Para la reflexión personal

• Todos creemos en Jesús. Pero a Jesús le entendemos de formas distintas. ¿Cuál es hoy el Jesús más común en la manera de pensar de la gente? ¿Cómo interfiere la propaganda en mi manera de ver a Jesús? ¿Qué hago para no caer en el engaño de la propaganda?
• ¿Qué pide Jesús a las personas que quieren seguirle? ¿Qué es lo que hoy nos impide reconocer y asumir el proyecto de Jesús?

Oración final

Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
 ¿quién habitará en tu monte santo?
El de conducta íntegra
que actúa con rectitud,
que es sincero cuando piensa
y no calumnia con su lengua. (Sal 15,1-3)

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