Reflexión Evangelio 23 de diciembre | Miércoles Ferias Mayores de Adviento | Ciclo A, B y C

EL SEÑOR ENVÍA SIEMPRE MENSAJEROS
Reflexión Evangelio 23 de diciembre

Reflexión Evangelio miércoles 23 de diciembre de 2020
Miércoles Ferias Mayores de Adviento / Ciclo A, B y C

Introducción

En todas las épocas de la historia humana el Señor envía siempre mensajeros como Elías y el Bautista, para recordar que es él quien tiene en sus manos las riendas de los avatares humanos y, a pesar de que el hombre rechace sus llamadas y huya de sus caminos, él siempre reanuda los vínculos con gestos de amor.

Tampoco hoy faltan entre nosotros signos concretos y modos elocuentes de su Palabra, personas corno la Madre Teresa y acontecimientos extraordinarios corno un concilio ecuménico o un sínodo eclesial; personas y acontecimientos que, siendo instrumentos del Espíritu, elevan las propias «antenas» para captar la onda del mundo nuevo que se perfila en el horizonte.

Lo nuevo ya está y está vivo, hay que saberlo ver y respetar sin ceder a nostalgias del pasado o a sueños de futuro, que son auténticas evasiones de la realidad.

Dios nos va educando con largos períodos de ascesis y silencio para que aprendamos a descubrirlo en la historia y en lo íntimo del corazón, donde mora el Espíritu de Cristo que nos guía e ilumina en nuestro camino de fe. Todo esto lleva consigo el romper nuestras seguridades para que nos fiemos de un Dios-Amor, corno Jesús nos enseñó (cf. 1 Jn 4,16).

Aceptar a Dios-Amor significa entrar en los caminos de Dios, fiarnos de su paternidad divina, que nos hace libres y nos restituye la dignidad de auténticos hijos; significa dejarse conducir por su Espíritu sin poner obstáculos a la acción interior y gratuita de Dios. (Zevini-Cabra. Tiempo de Adviento y Navidad. , Vol. 1, Verbo Divino, Navarra, 2001)


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.

Rey de las naciones y piedra angular de la Iglesia, ven a salvar al hombre, que modelaste del barro. R/.

EVANGELIO

san Lucas 1, 57-66
Nacimiento de Juan el Bautista.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.

A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: «No. Su nombre será Juan». Ellos le decían: «Pero si ninguno de tus parientes se llama así». Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Todos se quedaron extrañados.

En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios. Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos, y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: «¿Qué va a ser de este niño?». Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él. 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
El significado místico del nombre de Juan
El nombre de Juan es un grito de confianza y de esperanza en medio de la incertidumbre y del límite de las fuerzas humanas.
Para la reflexión personal
  • ¿Cómo vivo mi condición de mensajero? ¿Qué mensaje estoy trasmitiendo?
  • ¿Anuncio a Jesús o mi mensaje es confuso, nebuloso? ¿Es mi vida un testimonio auténtico de la verdad del evangelio? 
  • ¿Quiénes están siendo mensajeros en este momento de mi vida?
Oración

Padre santo, que guías la historia y que por medio de tu Hijo Jesús la conduces por los caminos de amor, Queremos estar vigilantes en nuestro caminar para reconocer tus mensajeros que nos invitan a tu amistad. Pero, ante todo, te pedimos que nos hagas capaces de mantener purificado el corazón, libre y sensible a la acción del Espíritu, para que actuemos como deseas, te encontremos en esta Navidad y podamos estar preparados en el día de tu última visita para confesar en alabanza que has sido padre y amigo. Amén.

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