Reflexión Evangelio 30 de diciembre | Día VI dentro de la Octava de Navidad

VIVIR PARA DAR TESTIMONIO DE CRISTO
Reflexión Evangelio 30 de diciembre

Reflexión Evangelio 30 de diciembre de 2020
Día VI dentro de la Octava de Navidad

Introducción

La profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, viuda, rica en años, mujer de oración y de penitencia (vv. 36-37). Es otra persona pobre según Dios, genuina representante de aquellos que esperaban la salvación de Israel. Ana alaba al Señor por haber reconocido en Jesús-Niño, presentado en el templo, al esperado Mesías, y difunde la noticia sobre él a cuantos vivían abiertos al evento de la salvación (v. 38).

La vocación cristiana es compromiso de vivir en el mundo al servicio del hombre, para dar testimonio de Cristo y llevar a los hermanos su mensaje de salvación, pero sin confundirse con el mundo, sin aceptar sus compromisos y sus modelos de comportamiento, negación del espíritu de humildad, de pobreza, de caridad que debe animar la vida del creyente.

Sólo el corazón que se vacía del mundo, de sus propuestas de vida transitoria y del afán de poseer sus bienes efímeros, puede ser colmado por el amor del Padre (l Jn 2,15). El discípulo de Jesús, confirma el Apóstol, no será nunca aceptado por el mundo, y el rechazo que las fuerzas del mal alimentan contra los creyentes es consecuencia lógica de una opción de vida: ellos no pertenecen al mundo y el mundo no puede aceptar a quien se opone a sus criterios.

Los creyentes, con motivo de su opción de vida hecha a favor de Cristo, son considerados extraños o enemigos. Su existencia es una continua acusación de las obras perversas del mundo y un reproche elocuente al malvado. Por esto el hombre de fe es odiado y rechazado. El mundo rechaza a los discípulos porque no son de los suyos, y él no ama sino lo que es suyo, lo que no turba su paz, no desenmascara su altanería y no lo somete a acusación por su conformismo.

Pero, si para quien sigue la lógica del amor, Cristo es signo de contradicción, es verdad, sin embargo, que tanta oposición llega a ser criterio de autenticidad y de firmeza para los discípulos de Cristo. (ZEVINI – CABRA. Lectio Divina)


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.

Un día sagrado ha brillado para nosotros. Vengan, naciones, y adoren al Señor, porque hoy ha descendido una gran luz sobre la tierra. R/.

EVANGELIO

Lucas 2, 36-40
Ana hablaba del niño a los que aguardaban la liberación de Israel.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.

Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño, se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.

Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
Quien está en Dios permanece para siempre
Al llenarme simplemente de «experiencias» me voy vaciando de vida, me voy quedando con las manos vacías.
El mundo pasa, se desvanece con todas sus pasiones; pero quien está en Dios permanece para siempre.
Para la reflexión personal

«Ser hijo de Dios no te hace libre de las tentaciones. Podrás tener momentos en que te sientas tan bendecido por Dios, como para olvidar que vives aún en un mundo de potencias y de principados. Pero tu inocencia de hijo de Dios tiene necesidad de ser protegida. De otro modo serás fácilmente catapultado fuera de tu verdadero yo y experimentarás la fuerza devastadora de las tinieblas que te rodean.» (H. J. M. Nouwen, La voz interior del amor, Madrid 1998)

Oración

Señor Jesús, tú escogiste la opción de vivir con nosotros la experiencia humana en el seno de una familia sin apariencias, ni prestigio, ni riqueza. Concédenos la gracia de saber aceptar nuestras debilidades humanas y nuestra pobreza espiritual, sin renunciar, sin embargo, a la búsqueda permanente de tu sabiduría y de tu Palabra. No queremos confundirnos con la parte del mundo que te rechaza o te persigue, aunque sabemos que esto exigirá de nosotros no pactar con compromisos, incluso al precio del sufrimiento y la persecución. Amén.

Lecturas miércoles 30 de diciembre. Día VI dentro de la Octava de Navidad

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