Reflexión Evangelio 31 de diciembre | Día VII dentro de la Octava de Navidad

PERTENECER A LA IGLESIA ES UN DON
Reflexión Evangelio 31 de diciembre

Reflexión Evangelio 31 de diciembre de 2020
Día VII dentro de la Octava de Navidad

Introducción

En su historia bimilenaria, la Iglesia ha encontrado siempre falsos profetas y maestros de falsedad, que se han servido del nombre de Cristo para propagar sus propias ideas y doctrinas. Y, muy a menudo, tales adversarios del evangelio han salido de las filas de los creyentes. También hoy la historia se repite porque no faltan doctores de la mentira, que hacen brillar ante muchos las tinieblas como luz, desconociendo la verdadera luz de Cristo, portadora de gozo y paz interior.

Pertenecer a la Iglesia es un don y un misterio que ningún vínculo externo puede garantizar, sino sólo la fidelidad a la Palabra de Cristo en la humilde y constante búsqueda de la verdad. Rechazar a la Iglesia es rechazar a Cristo, la verdad y la vida (cf. Jn 14,6). Rechazar a la Iglesia es no creer en el evangelio y en la Palabra de Jesús, es vivir en las tinieblas y en el absurdo.

Por el contrario, el verdadero discípulo de Jesús, habiendo recibido la unción del Espíritu Santo, se deja conducir suavemente por su acción y por su verdad, reconociendo los caminos de Dios y esperando su venida sin alarmismos ni fantasías milenaristas. La encarnación de Cristo ha impregnado toda la historia y la vida de los hombres, porque sólo en él reside toda plenitud de vida y toda aspiración a la felicidad, y el hombre ha entrado a pleno derecho entre los familiares de Dios.

El final de un año civil recuerda al cristiano que la historia humana está guiada por Dios y a él dirigimos nuestro reconocimiento por los dones recibidos y nuestra súplica por la vida nueva que siempre nos ofrece. (ZEVINI – CABRA. Lectio Divina)


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 1. 14. 12
R/. Aleluya, aleluya.

Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. A todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios. R/.

EVANGELIO

Juan 1, 1-18
Aquel que es la Palabra se hizo hombre.

Lectura del santo Evangelio según san Juan

En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios. Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: »A éste me refería cuando dije: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’ «. De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia.

Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado. 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Evangelio 31 de diciembre
Reconectar con la esperanza
Esta demostrado que las grandes dificultades despiertan los grandes heroísmos.
Para la reflexión personal

«Esta Palabra ha bajado hasta nosotros. ¿Qué éramos nosotros? ¿Merecíamos que llegara hasta nosotros? No, éramos indignos de su compasión, pero la Palabra se compadeció de nosotros.» (San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia. Sermón 293, 5.)

Oración

Padre, Señor omnipotente que gobiernas con infinito amor la historia y la vida de los hombres, te damos gracias por tu Hijo Jesús que nos has enviado como Palabra de verdad a nuestro pobre mundo. Queremos acoger esta Palabra tuya hecha carne, tenerla constantemente ante nuestros ojos y como único punto de referencia en nuestro peregrinar terreno. Concédenos a través de él, para que nos sintamos hijos tuyos y la vida divina que has sembrado en nuestro corazón con el bautismo se refuerce con un camino de fe que nos haga experimentar siempre tus favores y contemplar tu gloria. Amén.

Lecturas jueves 31 de diciembre. Día VII dentro de la Octava de Navidad

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