Reflexión Evangelio 1ro de enero | Santa María, Madre de Dios – Solemnidad
SANTA MARÍA, REINA DE LA PAZ
Reflexión Evangelio 1ro de enero
Reflexión Evangelio 1ro de enero de 2012
Santa María, Madre de Dios – Solemnidad
Día VIII dentro de la Octava de Navidad
Introducción
El deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre, y coincide en cierto modo con el deseo de una vida humana plena, feliz y lograda… El hombre está hecho para la paz, que es un don de Dios. (…) Se trata de paz con Dios viviendo según su voluntad. Paz interior con uno mismo, y paz exterior con el prójimo y con toda la creación». Sí, la paz es el bien por excelencia que hay que pedir como don de Dios y, al mismo tiempo, construir con todas las fuerzas.
Los textos bíblicos, sobre todo el evangelio de san Lucas que se ha proclamado hace poco, nos proponen contemplar la paz interior de María, la Madre de Jesús. A ella, durante los días en los que «dio a luz a su hijo primogénito» (Lc 2,7), le sucedieron muchos acontecimientos imprevistos: no solo el nacimiento del Hijo, sino que antes un extenuante viaje desde Nazaret a Belén, el no encontrar sitio en la posada, la búsqueda de un refugio para la noche; y después el canto de los ángeles, la visita inesperada de los pastores.
En todo esto, sin embargo, María no pierde la calma, no se inquieta, no se siente aturdida por los sucesos que la superan; simplemente considera en silencio cuanto sucede, lo custodia en su memoria y en su corazón, reflexionando sobre eso con calma y serenidad. Es esta la paz interior que nos gustaría tener en medio de los acontecimientos a veces turbulentos y confusos de la historia, acontecimientos cuyo sentido no captamos con frecuencia y nos desconciertan.
(…) aquí está el fundamento de nuestra paz: la certeza de contemplar en Jesucristo el esplendor del rostro de Dios Padre, de ser hijos en el Hijo, y de tener así, en el camino de nuestra vida, la misma seguridad que el niño experimenta en los brazos de un padre bueno y omnipotente. El esplendor del rostro del Señor sobre nosotros, que nos da paz, es la manifestación de su paternidad; el Señor vuelve su rostro sobre nosotros, se manifiesta como Padre y nos da paz.
Que la Virgen María, a la que hoy veneramos con el título de Madre de Dios, nos ayude a contemplar el rostro de Jesús, Príncipe de la Paz. Que nos sostenga y acompañe en este año nuevo; nos obtenga para nosotros y el mundo entero el don de la paz. Amén. (Papa Emérito Benedicto XVI. Basílica Vaticana. Martes 1 de enero de 2013.)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Hb 1, 1-2
R/. Aleluya, aleluya.
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo. R/.
EVANGELIO
Lucas 2, 16-21
Encontraron a María, a José y al niño. Al cumplirse los ocho días, le pusieron por nombre Jesús.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y cuantos los oían, quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.
Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.
Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
- ¿En nuestros hogares y en nuestras comunidades con frecuencia hemos fallado en difundir alegría y paz?
- ¿Damos palabras de ánimo y apoyo a los que luchan, sin violencia, por la justicia y la paz?
Oración
Al inicio de este nuevo año, Señor, te rezamos volviendo la mirada hacia María, a la que, siendo la madre de tu Hijo y madre nuestra, puede hacer posible la civilización del amor y de la paz para toda la humanidad. Primeramente te queremos agradecer el don precioso de María: tú la elegiste, como flor incomparable y preciosa de la humanidad, para que Jesús pudiera venir a nosotros. Te rogamos de modo especial por la paz del mundo. Suscita gobernantes y hombres de paz que sepan actuar de manera que el desarrollo sea posible a todas las gentes por igual. Pero haz capaz a cada hombre de
comprender que la auténtica paz y la verdadera felicidad vienen de ti, que eres el Dios de la paz. Amén.