Reflexión Evangelio 4 de Enero | Lunes después de Epifanía – Tiempo de Navidad
UNA REGLA DE VIDA DIARIA
Reflexión Evangelio 4 de Enero
Reflexión Evangelio 4 de Enero de 2021
Lunes después de Epifanía
Tiempo de Navidad
Reflexión
A permanecer en Dios nos exhorta San Juan Apóstol en la Primera Lectura (1Jn 3,22–4,6). Permanecer en Dios es como el soplo de la vida cristiana, y el estilo. Un cristiano es el que permanece en Dios, el que tiene el Espíritu Santo y se deja guiar por Él. Al mismo tiempo, el Apóstol nos pone en guardia de no fiarnos de cualquier espíritu. Así pues, hay que examinar los espíritus, para ver si provienen verdaderamente de Dios. Y esta es la regla diaria de la vida que nos enseña Juan.
Pero, ¿Qué quiere decir examinar los espíritus? No se trata de «fantasmas»: se trata de probar, de ver qué pasa en mi corazón, de cuál es la raíz de lo que está sintiendo ahora, de dónde viene. Eso es examinar para comprobar si lo que siento viene de Dios o viene del otro, del anticristo.
La mundanidad es precisamente el espíritu que nos aleja del Espíritu de Dios que nos hace permanecer en el Señor. ¿Cuál es el criterio para hacer un buen discernimiento de lo que pasa en mi alma? El Apóstol Juan nos da uno solo: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios. El criterio es, pues, la Encarnación.
Yo puedo sentir tantas cosas dentro, incluso cosas buenas, ideas buenas. Pero si esas ideas buenas, esos sentimientos, no me llevan a Dios que se ha hecho carne, no me llevan al prójimo, al hermano, no son de Dios. Por eso, Juan comienza este pasaje de su carta diciendo: Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros.
No confiar de cualquier espíritu, estar atentos, examinar si los espíritus vienen de Dios. El servicio al prójimo, al hermano, a la hermana que tienen necesidad, también de un consejo, que necesitan mi oído para ser escuchados, esas son señales de que vamos por el camino del buen espíritu, es decir, por la senda del Verbo de Dios que se hizo carne. (SS Papa Francisco. Homilia jueves 07 de enero del 2016.)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Mt 4, 23
R/. Aleluya, aleluya.
Predicaba Jesús la buena nueva del Reino y sanaba toda enfermedad en el pueblo. R/.
EVANGELIO
Mateo 4, 12-17. 23-25
Ya está cerca el Reino de los cielos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:
Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que yacía en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo:
«Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos». Y andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.
Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban a todos los aquejados por diversas enfermedades y dolencias, a los poseídos, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes muchedumbres venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
Pidamos al Señor, hoy, la gracia de conocer bien lo que pasa en nuestro corazón, lo que nos gusta hacer, o sea, lo que más me afecta: si el espíritu de Dios, que me lleva al servicio de los demás, o el espíritu del mundo que gira en torno a mí mismo, a mis encierros, a mis egoísmos, a tantas otras cosas… Pidamos la gracia de conocer qué pasa en nuestro corazón. (SS Papa Francisco. Jueves 07 de enero del 2016.)
Oración
Señor, te damos gracias por tu Palabra, por el evangelio del amor del Padre con el que has venido a salvarnos a todos y por el ejemplo de vida que nos has dado con hechos concretos, que han afectado tu vida cuando estabas entre nosotros. Haz que nuestro testimonio cristiano se difunda en amor a los hermanos que no te conocen aún o viven en el error respecto a tu enseñanza, llena de sabiduría humana y divina. Aumenta nuestra fe en tu Palabra para que podamos penetrarla en el Espíritu y tomarla en serio como criterio de discernimiento en los sucesos y problemas que nos agobian en la vida. Amén.