Reflexión Evangelio 8 de Enero | Viernes después de Epifanía – Tiempo de Navidad
LA ORACIÓN: CAMINO PARA SER DISCÍPULO
Reflexión Evangelio 8 de Enero
Reflexión Evangelio 8 de Enero de 2021
Viernes después de Epifanía
Tiempo de Navidad
Reflexión
El leproso, considerado un marginado por la comunidad de Israel, con la curación entra de nuevo a formar parte de ella. La curación realizada por el Nazareno es símbolo también del perdón y de la misericordia de Dios, y es fundamento de la vida de la Iglesia (cf. Jn 20,23). Él no sólo cura a los que lo rodean, siendo así que su fama se difunde por doquier, sino que se retira a lugares solitarios para orar.
En esto reside la fuerza de Jesús y su irresistible atractivo: en su coloquio filial con el Padre. La oración no sólo lo sostiene frente a las muchas incomprensiones que experimenta en su ministerio público, sino que le permite sobre todo verificar su misión en la lógica de la voluntad de Aquel que
lo ha enviado al mundo.
La oración es uno de los componentes más vivos del mensaje evangélico. Jesús la ha practicado en su relación con el Padre y nos ha ofrecido un ejemplo extraordinario. La oración es entrar en la perspectiva de Dios partiendo de su amor. Es contemplar el rostro de un Padre que mira a sus hijos con ternura. Es encontrar una persona viva y dejarse tocar por su amor.
Orar es para todos una tarea de las más difíciles, es un trabajo exigente, no porque sea superior a nuestras fuerzas, sino porque es una experiencia que no se agota jamás y un camino en el que se permanece siempre discípulo. Orar no es tanto amar a Dios, cuanto dejarse amar por Él. Orar es esperar y escuchar, recibir y acoger. Es permanecer en silencio ante el misterio para dejarse amar por Dios, como María que experimenta en su vientre la presencia de Dios.
Pero la oración es también movimiento de respuesta a este don, un volver todo el corazón a Dios. La oración es alabanza, acción de gracias, ofrenda, intercesión, fiesta y liturgia de la vida. El núcleo de la oración cristiana es penetrar en el misterio de la filiación divina: estar con Dios en el Espíritu por
el Hijo, como el Hijo está en el misterio del Padre. (ZEVINI-CABRA. LECTIO DIVINA)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Mt 4, 23
R/. Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba la buena nueva del Reino y curaba a la gente de toda enfermedad. R/.
EVANGELIO
Lucas 5, 12-16
Al momento desapareció la lepra.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, estando Jesús en un poblado, llegó un leproso, y al ver a Jesús, se postró rostro en tierra, diciendo: «Señor, si quieres, puedes curarme».
Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero. Queda limpio». Y al momento desapareció la lepra. Entonces Jesús le ordenó que no lo dijera a nadie y añadió: «Ve, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que Moisés prescribió. Eso les servirá de testimonio».
Y su fama se extendía más y más. Las muchedumbres acudían a oído y a ser curados de sus enfermedades. Pero Jesús se retiraba a lugares solitarios para orar.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
Nuestras mentes están siempre en actividad. Analizamos, reflexionamos o soñamos. No hay momento del día o de la noche en que no pensemos. ¿Debemos convertirnos en víctimas de nuestros incesantes pensamientos? No. Podemos transformar nuestro pensamiento en una oración incesante, haciendo de nuestro monólogo interior un diálogo continuo con nuestro Dios, fuente de todo amor. (H. J. M. Nouwen, Pone per ;/ v;ogg;o, Brescia 1997, 23).
Oración
Padre santo, sabemos que tú eres da fuente de todo don perfecto, el que toma la iniciativa en el amor, el que envía al Hijo y al Espíritu. Nuestro tiempo parece desorientado y confuso, parece que no conoce ya los confines entre el bien y el mal, y aparentemente. Padre, tú puedes curarnos de nuestras miserias, como hiciste con el leproso del evangelio. Te rogamos, conduce a todos tus hijos a redescubrir el don de la oración, aviva en nosotros el don del Espíritu Santo y colócanos dócilmente en su escuela para aprender la sabiduría que viene en el diálogo con él y que es la fuerza que sostiene nuestra vida de creyentes. Amén.