Reflexión Evangelio 9 de febrero | Semana V Tiempo Ordinario, martes – Año Impar
IMITAR LA SANTIDAD DE DIOS
Reflexión Evangelio 9 de febrero
Reflexión Evangelio 9 de febrero
Martes 9 de febrero de 2021
Semana V del Tiempo Ordinario, martes – Año Impar
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Sal 118, 36. 29)
R/. Aleluya, aleluya.
Inclina, Dios mío, mi corazón a tus preceptos y dame la gracia de cumplir tu voluntad. R/.
EVANGELIO
Marcos 7, 1-13
Ustedes anulan la palabra de Dios con las tradiciones de los hombres.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas, venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: «¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?».
(Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).
Jesús les contestó: «¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres».
Después añadió: «De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. El que maldiga a su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre’.
Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
Que sea preciso lavarse las manos antes de las comidas no está escrito, en efecto, en ninguna parte de la Ley. Se trata de una tradición no escrita, de una «torá oral», como enseñan los fariseos. Ahora bien, eso no significa que Jesús sea contrario a este uso, que cuenta con óptimas razones higiénicas y que también nosotros practicamos normalmente.
Jesús se limita simplemente a afirmar que no se trata de la cosa más importante y establece una jerarquía, una escala de valores: lo primero es el hecho de comer juntos. De modo que el haberse lavado o no las manos no debe convertirse en un impedimento para la comunión de mesa con cuantos no observan esta tradición judía, y que pueden ser los mismos discípulos de Jesús.
A fin de que Israel correspondiera a la elección divina y realizara plenamente la «semejanza» con Dios, que más tarde será la santidad («Sed santos, como Yo soy santo»: Lv 19,2), Dios le dio su Ley, la Torá. Esta ley consiste, precisamente, en una serie de pequeñas intuiciones sagaces, casi de «estratagemas», destinadas a imitar la santidad de Dios en los más pequeños gestos de la vida cotidiana.
Lavarse las manos antes de comer o comer siguiendo ciertas reglas de pureza alimentaria son pequeños «trucos» que le recuerdan a Israel que es el pueblo elegido de Dios, santificado precisamente a través de estos preceptos. Jesús no ha venido a arramblar con todo esto. Contrariamente a una opinión muy difundida en el ámbito cristiano, Jesús no vino a «liberar» a Israel del yugo de los preceptos, no vino a abrogar la Torá (cf. Mt 5,17).
Bien al contrario, la radicalizó aún más, la recondujo a sus intenciones originarias, al dato escrito que precede a toda reelaboración doctrinal posterior. Obrando así, nos recuerda a todos, judíos y cristianos, que la práctica de la Torá (para los primeros) y la obediencia a la Palabra escrita (para los segundos) es una imitatio Dei que restablece en el hombre, hecho a imagen de Dios, la plena semejanza con su Creador.
En ambos casos se ve claro que el honor que el hombre tributa a Dios consiste, esencialmente, en vivir su propia vocación originaria: ser «imagen y semejanza» del Creador. ¿Seremos capaces de recoger este desafio, de realizar una opción y vivir sus consecuencias? (Lectio Divina. Zevini – Cabra)
Para la reflexión personal
- ¿Qué pasa cuando somos dominados por las cosas en lugar de dominarlas?
- ¿Adónde nos conduce la instrumentalización del ser humano, sea bajo el rostro descarado de la esclavitud o bajo el manto sutil del consumismo o la alienación ideológica?
- ¿En qué han terminado las culturas que han abierto sus puertas a todo tipo de expresiones homosexuales?
Oración
Dios, creador de todo lo que existe: Te damos gracias por haber creado seres humanos a tu imagen y semejanza, por ser producto de tu inmenso amor. Concédenos que podamos usar nuestro corazón y nuestra imaginación para ser inventivos y creadores amando, dando, perdonando, y formando comunidad, como tú, nuestro Dios. Danos la gracia de abrirnos a la Sabiduría que has depositado en tu Palabra Escrita, para lograr ser más fieles a lo que Dios quiere como especie humana, capaces de reconocer tu plan para nosotros tu creación. Amén.