Reflexión Evangelio 25 de febrero | Primera Semana de Cuaresma – Jueves
ORAR CON PERSEVERANCIA CONFIADA
Reflexión Evangelio 25 de febrero
Reflexión Evangelio 25 de febrero
Jueves 25 de febrero de 2021
Primera Semana de Cuaresma
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Sal 50, 12. 14)
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación, que regocija. R/.
EVANGELIO
Mateo 7, 7-12
Todo el que pide recibe
✠ Lectura del santo Evangelio según San Mateo
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca, se le abre.
¿Hay acaso entre ustedes alguno que le dé una piedra a su hijo, si éste le pide pan? Y si le pide pescado, ¿Le dará una serpiente? Si ustedes, a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con cuánta mayor razón el Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quienes se las pidan. Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
Jesús nos enseña a orar con perseverancia confiada, revelándonos al mismo tiempo cómo es el corazón de Dios y cómo debe ser el corazón del orante. Se nos va conduciendo a la verdad más sencilla y más profunda: Dios es nuestro Padre y nos ama con amor eterno, sin arrepentirse, sin reservas. Quizás no creemos de veras en este amor, o tal vez estamos ya tan acostumbrados a decir y oír que Dios nos ama, que apenas prestamos atención a esta realidad desconcertante.
Jesús hoy nos invita a entrar en comunión viva con Dios Padre, y ésta es una experiencia que nos puede cambiar interiormente: pedid…, buscad…, llamad…, no quedaréis defraudados. El Padre, fuente inagotable de bondad, dará sólo cosas buenas a los que se las pidan. ¿Hemos orado ya de veras, dirigiéndonos a él o, tal vez, hemos manifestado nuestros deseos en voz alta, haciéndolos girar en torno a nosotros mismos? Además, ¿eran de verdad «cosas buenas» las que hemos pedido?
La oración humilde y sencilla, la oración de un corazón amante, comienza con un acto de contemplación gratuita, teniendo fija la mirada interior en el rostro del Padre bueno. Olvidemos nuestras muchas peticiones y, poco a poco, sentiremos nacer en nosotros una única súplica que brota de una exigencia realmente necesaria.
Después de haber contemplado en la fe el rostro de Dios, ya no podremos dudar ni ignorar que somos hijos de Padre, impulsados por su amor a todo ser humano, nuestro hermano, para brindar esa bondad que sin cesar mana de la fuente y viene a saciar nuestra indigencia para que rebose hacia todos y llegue a cada uno.
Para la reflexión personal
«¿No convendréis conmigo en que, si no alcanzamos lo que pedimos a Dios, es porque no oramos con fe, con el corazón bastante puro, con una confianza bastante grande, o porque no perseveramos en la oración como debiéramos? Jamás Dios ha denegado ni denegará nada a los que le piden sus gracias debidamente» (Santo Cura de Ars, Sermón sobre la oración.)
Oración
Señor, Dios nuestro, tú eres un Padre generoso, que nos das lo que es bueno para nosotros simplemente porque nos amas. Danos un corazón sencillo, humilde, confiado, que sepa abandonarse sin reservas a tu amor. Haznos pobres de espíritu para que aprendamos de ti a dar y compartir sin condición alguna, con amor y alegría, como Jesús hizo entre nosotros. Danos tu Espíritu Santo para que busquemos siempre tu rostro y que podamos decir: Hágase Señor tu voluntad en mi vida. Amén.