Reflexión Evangelio 23 de marzo | Quinta Semana de Cuaresma – Martes
LO QUE ENVENENA EL ALMA
Reflexión Evangelio 23 de marzo
Reflexión Evangelio 23 de marzo
Martes 23 de marzo de 2021
Quinta Semana de Cuaresma
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Lc. 8, 11b)
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R/.
EVANGELIO
Juan 8, 21-30
Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir». Dijeron entonces los judíos: «¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’?».
Pero Jesús añadió: «Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados».
Los judíos le preguntaron: «Entonces ¿quién eres tú?». Jesús les respondió: «Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al mundo». Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.
Jesús prosiguió: «Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada». Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
Acabamos de leer en el Libro de los Números (21, 4-9) el episodio en que los judíos se rebelan, cansados de huir por el desierto, hartos del alimento «sin cuerpo» del maná, y empiezan a murmurar contra Moisés y contra Dios. Muchos acabarán mordidos por serpientes venenosas, y morirán. Solo la oración de Moisés, que intercede por ellos y levanta un estandarte con una serpiente —símbolo de la Cruz en la que colgará Cristo (cfr. Jn 8,28)—, salvará del veneno a quien la mire.
También entre los cristianos a veces nos encontramos un poco así, como envenenados ante el descontento de la vida. «Sí, es verdad, Dios es bueno, pero los cristianos… no tanto». «Cristianos sí, pero…». Son los que no acaban de abrir el corazón a la salvación de Dios, ¡siempre poniendo condiciones!: «sí, pero…; sí, sí, claro que quiero salvarme, pero… a mi modo…». ¡Así se envenena el corazón!
Muchas veces, también nosotros decimos que estamos hartos del estilo divino; no aceptamos el don de Dios con su estilo: ¡y ese es el pecado, ese es el veneno! No nos gusta el estilo de Dios, y eso nos envenena el alma, nos quita la alegría y no nos deja avanzar. Sin embargo, Jesús repara ese pecado subiendo al Calvario. Él mismo toma el veneno —el pecado— y es levantado sobre la tierra.
Mirar la Cruz
Pues bien, esa tibieza del alma, ese ser cristianos a medias —«cristianos sí, pero…»—, ese entusiasmo inicial para seguir al Señor, y que luego nos deja descontentos, solo se cura mirando la Cruz, mirando a Dios que asume nuestros pecados: ¡mis pecados están ahí! ¡Cuántos cristianos mueren hoy en el desierto de su tristeza, de su murmuración, por no querer el estilo de Dios!
Miremos la serpiente, el veneno, allí, en el cuerpo de Cristo —el veneno de todos los pecados del mundo—, y pidamos la gracia de aceptar los momentos difíciles, de aceptar el estilo divino de la salvación, de aceptar también ese alimento tan flojo del que se quejaban los judíos, de aceptar las cosas de Dios, de aceptar los caminos por los que el Señor me saca adelante. Que esta Semana Santa —que empieza el domingo— nos ayude a salir de esa tentación de volvernos «cristianos sí, pero…». (S.S. Papa Francisco. Misa en Santa Marta. Martes 24 de marzo del 2015.)
Para la reflexión personal
Mirar a Jesús: poniendo ante nuestros ojos su Humanidad Santísima, contemplándole en los Misterios del Santo Rosario, en el Vía Crucis, en las escenas que nos narra el Evangelio, o en el Sagrario. Solo con una gran piedad seremos fuertes ante el acoso de un mundo que parece querer separarse más y más de Dios, arrastrando consigo a quien no se encuentre en tierra firme y segura. Hablar con Dios
Oración
Dios de amor y de piedad, tú te has compadecido del hombre y no le has dejado perecer encerrado en la dureza de su pecado y de sus rebeliones. Ya en el Antiguo Testamento quisiste que la serpiente, portadora de muerte, se transformase, por tu gracia, en medio de curación. Recorriendo y vagando por nuestros desiertos de injusticia y falta de amor, clamamos a ti a voz en grito, pero con temor o quizás nos quedamos pasmados en silencio, y algunos en duda y desesperación. Por más duro y difícil que sea, concédenos llevar la cruz, sin renegar, cuando venga a nosotros en las mil circunstancias de la vida. Amén.
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La División Religiosa. Tema #7