Jueves Cuarta Semana de Pascua | Reflexión al Evangelio – Ciclo A, B y C
¡ATREVÁMONOS A PRIMEREAR!
Jueves Cuarta Semana de Pascua
Jueves Cuarta Semana de Pascua
Reflexión al Evangelio 29 de abril de 2021
Ciclo A, B y C
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Ap 1, 5)
R/. Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, testigo fiel, primogénito de entre los muertos, tu amor por nosotros es tan grande, que has lavado nuestras culpas con tu sangre. R/.
EVANGELIO
Juan 13, 16-20
El que recibe al que yo envío, me recibe a mí.
Lectura del santo Evangelio según san Juan
En aquel tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: «Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien lo envía. Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán dichosos.
No lo digo por todos ustedes, porque yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla el pasaje de la Escritura, que dice: El que comparte mi pan me ha traicionado. Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo Soy. Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado».
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. «Primerear»: sepan disculpar este neologismo. La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear!
Como consecuencia, la Iglesia sabe «involucrarse». Jesús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para lavarlos. Pero luego dice a los discípulos: «Seréis felices si hacéis esto» (Jn 13,17). La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz.
Luego, la comunidad evangelizadora se dispone a «acompañar». Acompaña a la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites.
Sabe fructificar
Fiel al don del Señor, también sabe «fructificar». La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados. El discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia liberadora y renovadora.
Por último, la comunidad evangelizadora gozosa siempre sabe «festejar». Celebra y festeja cada pequeña victoria, cada paso adelante en la evangelización. La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria de extender el bien. La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia, la cual también es celebración de la actividad evangelizadora y fuente de un renovado impulso donativo. (S.S. Papa Francisco. Evangelii Gaudium No. 24)
Reflexión Evangelio Jueves Cuarta Semana de Pascua
Para la reflexión personal
Nuestros días son también de prueba y de dolor para el Cuerpo Místico de Cristo, por eso «hemos de pedir al Señor, con un clamor que no cese (cfr. Is 58, l), que los acorte, que mire con misericordia a su Iglesia y conceda nuevamente la luz sobrenatural a las almas de los pastores y a las de todos los fieles» San Josemaría Escrivá, Amar a la Iglesia, Palabra, Madrid 1986 p. 55. Tomado de Hablar con Dios
Oración
Dios Todopoderosos, te pedimos, por intercesión de Santa Catalina de Siena, nos concedas que saquemos fortaleza, sabiduría y celo de un intenso contacto contigo por medio de una vida sobria, oración profunda y contemplación de la cruz. Haznos lo bastante audaces y resueltos para confrontar con valentía aun a los poderosos de este mundo y de la Iglesia, con humilde fortaleza que sólo busca el bien del Pueblo de Dios. Concédeme ser considerado siervo tuyo, y llegar a ser considerado siervo de los otros. Refuerza mis rodillas, que se niegan a abajarse; da firmeza a mis manos, para que hagan el bien que tu me pides hacer. Concédeme tu Espíritu para ahuyentar mis miedos y para vencer mis timideces. Amén.
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