Martes Séptima Semana de Pascua | Reflexión al Evangelio – Ciclo A, B y C
¿Y CÓMO RUEGA HOY JESÚS?
Martes Séptima Semana de Pascua
Martes Séptima Semana de Pascua
Reflexión al Evangelio 18 de mayo de 2021
Ciclo A, B y C
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Jn 14, 16)
R/. Aleluya, aleluya.
Yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, dice el Señor. R/.
EVANGELIO
Juan 17, 1-11
Padre, glorifica a tu Hijo.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: «Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique, y por el poder que le diste sobre toda la humanidad, dé la vida eterna a cuantos le has confiado. La vida eterna consiste en que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.
Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame en ti con la gloria que tenía, antes de que el mundo existiera.
He manifestado tu nombre a los hombres que tú tomaste del mundo y me diste. Eran tuyos y tú me los diste. Ellos han cumplido tu palabra y ahora conocen que todo lo que me has dado viene de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste; ellos las han recibido y ahora reconocen que yo salí de ti y creen que tú me has enviado.
Te pido por ellos; no te pido por el mundo, sino por éstos, que tú me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío. Yo he sido glorificado en ellos. Ya no estaré más en el mundo, pues voy a ti; pero ellos se quedan en el mundo».
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
Es importante pensar que Jesús está orando por mí. Yo puedo seguir adelante en la vida porque tengo un abogado que me defiende. Si soy culpable, si tengo muchos pecados, Jesús es un buen abogado defensor y hablará al Padre de mí. Y precisamente para destacar que Él es el primer abogado, nos dice: Os enviaré otro paráclito, otro abogado. Pero Él es el primero. Y ruega por mí, en la oración de intercesión que hoy después de la Ascensión al cielo Jesús hace por cada uno de nosotros.
Del mismo modo como cuando nosotros en la parroquia, en casa, en la familia tenemos algunas necesidades, algunos problemas, decimos «reza por mí», lo mismo debemos decir a Jesús: «Señor Jesús, ruega por mí».
¿Y cómo ruega hoy Jesús? Yo creo que no habla demasiado con el Padre: ama. Pero hay una cosa que Jesús hace hoy, estoy seguro que lo hace: muestra al Padre sus llagas. Y Jesús con sus llagas ruega por nosotros. Como si dijese: «Padre, este es el precio. Ayúdales, protégelos, son tus hijos a quienes yo he salvado».
Jesús muestra sus llagas al Padre
De lo contrario, no se comprende por qué Jesús después de la resurrección tuvo este cuerpo glorioso, hermosísimo: no estaban las señales de los golpes, no estaban las heridas de la flagelación, todo hermoso, pero estaban las cinco llagas. Y Jesús quiso llevarlas al cielo para rogar por nosotros, para mostrarle al Padre el precio, como si dijese: Este es el precio, ahora no los dejes solos, ayúdales.
Y al rezar pidamos: Jesús ayúdame, Jesús dame fuerza, resuelve este problema, perdóname. Rezar así está bien, pero al mismo tiempo no hay que olvidar decir también: Jesús ruega por mí, muestra al Padre tus llagas que son también las mías; son las llagas de mi pecado, son las llagas de mi problema en este momento. Así Jesús es el intercesor que sólo muestra al Padre las llagas: esto sucede hoy, en este momento.
Jesús prometió a Pedro, su oración para que su fe no decaiga. Yo ruego por ti hermano, hermana, ruego por ti, para que tu fe no decaiga. Por ello debemos tener confianza en esta oración de Jesús, con sus llagas, ante el Padre. (Homilía de S.S. Papa Francisco)
Reflexión Evangelio Martes Séptima Semana de Pascua
Para la reflexión personal
«El Espíritu Santo ayuda nuestra flaqueza, pues no sabiendo siquiera qué hemos de pedir en nuestras oraciones, ni cómo conviene hacerlo, el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos que son inenarrables.» (Romanos 8, 26)
Oración
Infunde en mi corazón, Señor, los dones de la ciencia y de la sabiduría, para que pueda conocerte cada vez mejor, para que pueda gustarte cada vez mejor, para que pueda amarte cada vez mejor, para que pueda poseerte cada vez mejor. Concédeme el don del consejo, para que te busque y te conozca incluso en medio de las ocupaciones que me esperan dentro de poco. Jesús ruega por mí, muestra al Padre tus llagas que son también las mías; son las llagas de mi pecado, son las llagas de mi problema en este momento y anima mi fe para que no decaiga. Amén.
Lectura Espiritual: Hablar con Dios