Reflexión Lunes 21 de junio | 12a. Semana Tiempo Ordinario – Año Impar
SER HIJOS DEL PADRE DE LA LUZ
Reflexión Lunes 21 de junio
Reflexión Lunes 21 de junio de 2021
12a. Semana Tiempo Ordinario
Año Impar
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Hb 4, 12
R/. Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz, y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. R/.
EVANGELIO
Mateo 7, 1-5
Sácate primero la viga que tienes en el ojo.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«No juzguen y no serán juzgados; porque así como juzguen los juzgarán y con la medida que midan los medirán.
¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¿Con qué cara le dices a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, cuando tú llevas una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo».
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
El pasaje del evangelio de hoy empieza también con una orden: «No juzguéis», o dicho de una manera más literal: «Cesad de juzgar». Jesús, que sabe «muy bien lo que hay en el hombre» (Cfr. Jn 2,25), nos ordena esto, si queremos vivir en relación con los hermanos la experiencia de la paternidad divina, en la que él mismo nos introduce al enseñarnos la oración filial por excelencia: el Padre nuestro.
La perícopa propuesta hoy a nuestra consideración nos sitúa, efectivamente, en el corazón del mensaje evangélico, que, revelándonos a Dios, nos invita a abandonarnos de una manera confiada en su paternal providencia. En apariencia, no existe nexo alguno entre el «no juzgar» y tal actitud, pero, en realidad, no podemos pedirle nada a Dios si no nos mostramos nosotros mismos generosos a la hora de dar a los otros. Por lo demás, la petición de la oración dominical, «perdona nuestras ofensas», nos compromete precisamente a esta reciprocidad.
El desarrollo del discurso, al considerar la actitud de quien ve la mota en el ojo del prójimo pero no ve la viga que hay en el suyo, va también en la misma línea. No podemos comprender a los otros si estamos llenos de prejuicios y de impedimentos. La comparación entre la viga y la mota es evidente. Nos mostramos hipócritas y falsos cuando, cegados por nuestros vicios, pretendemos ver bien para corregir un defecto leve de nuestro hermano.
Ser hijos del Padre de la luz
Ser hijos del Padre de la luz nos pone al descubierto, pues no queda espacio para ninguna tiniebla. El Señor nos ha dicho que no juzguemos, porque él no juzga, sino que salva, justifica. Jesús vino, en efecto, a dar la vida, dejándose juzgar y condenar por los hombres. Su verdadero juicio sobre el mundo es la cruz: un amor ilimitado y misericordioso por todos, sin excepción.
Todo hombre reviste a sus ojos el valor del amor que Dios tiene por él, y tanto amó Dios al mundo que dio por nosotros a su Hijo amado.
En consecuencia, el acto de no juzgar nos hace dar un paso, y un paso de gigante, en dirección hacia esa tierra prometida a la que nos conducen las más humildes manifestaciones de delicadeza, de amor y de respeto a nuestros hermanos. El Señor nos llama, en efecto, a desarraigarnos, a salir de nosotros mismos, sólo para que le encontremos, pero mientras dure nuestra peregrinación terrena sólo podemos verle en esos iconos suyos que son nuestros hermanos. (Lectio Divina. Zevini-Cabra)
Reflexión Lunes 21 de junio de 2021
Para la reflexión personal
Es más, la soberbia tiende a proyectar en los demás lo que en realidad son imperfecciones y errores de uno mismo. Por eso aconsejaba sabiamente San Agustín: «Procurad adquirir las virtudes que creéis que faltan en vuestros hermanos, y ya no veréis sus defectos, porque no los tendréis vosotros» San Agustín, Comentarios sobre los salmos, 30, 2, 7. tomado de Hablar con Dios
Oración
Dios de Abrahán, nuestro Padre en la fe, tú nos llamas cada día también a nosotros por nuestro nombre y nos empujas a lo largo de caminos desconocidos, a menudo misteriosos e imprevisibles. Danos un corazón dócil y obediente, para que nos dejemos guiar por tu voz y salgamos de las seguridades que nos aprisionan, para fiamos únicamente de ti, que eres nuestro Padre. Enséñanos, a lo largo del camino, a amar a quien pongas a nuestro lado porque es nuestro hermano, para llegar juntos a la verdadera tierra prometida. Amén.
Por si no los has visto
Tema #1: Introducción Al Libro De Apocalipsis – Curso de Apologética II