Décimo Séptimo Domingo Tiempo Ordinario | Reflexión Evangelio 25 de julio – Ciclo B
RECOJAN LOS PEDAZOS SOBRANTES
Décimo Séptimo Domingo
Décimo Séptimo Domingo Tiempo Ordinario
Reflexión Evangelio 25 de julio
Fiesta de Santiago, apóstol
Ciclo B
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Crf. Lc 7, 16)
R/. Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros, Dios ha visitado a su pueblo. R/.
EVANGELIO
Juan 6, 1-15
Jesús distribuyó el pan a los que estaban sentados, hasta que se saciaron.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan
En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: «¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?». Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: «Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan».
Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?». Jesús le respondió: «Díganle a la gente que se siente». En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.
Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien».
Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos. Entonces la gente, al ver el signo que Jesús había hecho, decía: «Este es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo». Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo.
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
Con este domingo, la liturgia interrumpe la lectura del Evangelio de Marcos e inserta un largo pasaje del Evangelio de Juan, precisamente el famoso capítulo 6, que contiene el relato de la multiplicación de los panes y el discurso eucarístico de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún.
Todo esto tiene un motivo práctico: el Evangelio de Marcos, por ser el más breve de todos, no alcanza a cubrir todo el año litúrgico y debido a ello es integrado con el cuarto Evangelio, que no se lee en un año en particular. Lo importante de todo esto es que durante cuatro domingos podremos desarrollar una catequesis sistemática sobre la Eucaristía.
Recojan los pedazos sobrantes
Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a los discípulos: «Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada». A la luz de aquello que la palabra de Dios nos ha venido diciendo hasta aquí, es posible comprender de manera nueva incluso este importante detalle del relato.
¿Qué significa el colligite fragmenta? El pensamiento vuela espontáneamente a la recomendación evangélica de dar lo que sobra a los pobres (cfr. Lc. 11, 41), a la urgencia de poner fin al terrible desperdicio de recursos que se hace en algunas sociedades opulentas y consumistas -comprendida la nuestra- para que no existan después quienes carezcan de todo.
Todo esto es verdad y lo hablamos al comentar el mismo episodio en otra ocasión, pero no es suficiente. Queda del lado de la carne, que por sí sola -como dice Jesús- resulta inútil y no capta el verdadero significado del gesto ordenado por Jesús el cual, como todo el resto, es espiritual (cfr. Jn. 6, 63).
Si entre la naturaleza (la multiplicación del pan natural) y la gracia ( la Eucaristía ) existe esa continuidad que hemos visto, entonces incluso el gesto de recoger las sobras no tiene solamente un sentido material y sociológico, sino también un profundo significado espiritual. Eso quiere decir que la Eucaristía no es sólo para quien la recibe; debe sobrar algo también para los ausentes, los que están lejos, para todo el pueblo (¡doce cestas, como las doce tribus de Israel, como las doce tribus de la Jerusalén celeste!).
Superior al maná
Ya no es como lo del maná celestial, del cual cada uno recoge los que le alcanza para un día (cfr. Ex. 16, 4); aquí es necesario recoger también para los hermanos y para el mañana. Quien está presente en la multiplicación debe compartir después con los hermanos la fuerza y la luz que ha recibido de ella; debe hacerse él mismo pan para ser desmenuzado, es decir, eucaristía. ¡Nada debe desperdiciarse!
Resulta condenada esa forma de desperdicio espiritual que es el egoísmo y el individualismo, causas que se cuentan entre las principales de la ineficacias de tantas eucaristías. La Eucaristía de Jesús tiene la misma ley del ágape; está hecha para ser compartida, para fluir de uno a otro; quien la recibe debe asemejarse a Jesús, convirtiéndose, como él, en una dádiva para los de más.
Esa es la luz que el Señor nos dio para este domingo sobre la Eucaristía. La Misa nos ofrece ahora la maravillosa posibilidad de experimentar ya mismo esa luz. Experimentarla, viviendo esta nuestra Eucaristía en toda la verdad de sus signos (ofrecimiento, consagración, división del pan, gesto de paz, comunión), y abriéndonos a todos aquellos hermanos que, fuera de aquí, esperan de nosotros los pedazos sobrantes. (P. Rainiero Cantalamessa. La Palabra y la Vida-Ciclo B , Ed. Claretiana, Bs. As., 1994, pp. 219-223)
Décimo Séptimo Domingo Tiempo Ordinario
Para la reflexión personal
Recoged los trozos que han sobrado… Parece que es un detalle de poca importancia en comparación con el milagro realizado, pero el Señor pide que se viva. Toda nuestra vida está compuesta prácticamente de cosas que casi no tienen relieve. Las virtudes están formadas por una tupida red de actos que quizá no sobresalen de lo corriente y ordinario, pero en ellas, con heroísmo, se va forjando día a día la propia santidad.
Tomado de Hablar con Dios meditación diaria.
Oración
Jesús, con tus signos quieres hacerme conocer tu identidad de Hijo de Dios e introducirme en el misterio de tu persona y de tu misión. Perdona mi pragmatismo, que se detiene en el interés inmediato, en la superficie de la realidad. No sé darte lo poco que poseo, pero, después, cuando con ese poco obras grandes cosas, me quedo arraigado en ello y no voy más al fondo, allí donde tú me quieres llevar. Concédeme estar dispuesto a poner en juego mis cinco panes y mis dos peces, en un mundo que padece de tanta necesidad material, en un mundo «rico», que jadea por falta de valores, de sentido, de una calidad de vida humana. Te los entrego para que pueda dar vida a muchos.
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