Evangelio del día 21 de febrero

Viernes 21 de febrero de 2020
VI Semana del Tiempo Ordinario

EVANGELIO
El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
Del santo Evangelio según san Marcos: 8, 34-9, 1

En aquel tiempo, Jesús llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla? Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras ante esta gente, idólatra y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga cpn la gloria de su Padre, entre los santos ángeles».
Y añadió: «Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto primero que el Reino de Dios ha llegado ya con todo su poder».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

LECTIO DIVINA

El evangelio de hoy presenta las condiciones para poder seguir a Jesús. Pedro no entendió la propuesta de Jesús cuando éste le habló del sufrimiento y de la cruz. Pedro acepta a Jesús como mesías, pero no como mesías sufriente. Ante la incomprensión de Pedro, Jesús describe el anuncio de la Cruz y explica el significado de la cruz para la vida de los discípulos (Mc 8,27 a 9,1).

Contexto histórico de Marcos:

En los años 70, cuando Marcos escribe, la situación de las comunidades no era fácil. Había mucho sufrimiento, muchas cruces. Seis años antes, en el 64, el imperador Nerón había decretado la primera gran persecución, matando a muchos cristianos. En el 70, en Palestina, Jerusalén estaba siendo destruida por los romanos. En los otros países, estaba empezando una tensión fuerte entre judíos convertidos y judíos no convertidos. La dificultad mayor era la Cruz de Jesús. Los judíos pensaban que un crucificado no podía ser el mesías, pues la ley afirmaba que todo crucificado debía de ser considerado como un maldito de Dios (Dt 21,22-23).

Marcos 8,34-37. Condiciones para seguir a Jesús.

Jesús saca las conclusiones que valían para los discípulos, para los cristianos del tiempo de Marcos y para nosotros que vivimos hoy: Si alguno quiere venir en pos de mi, tome su cruz y sígame. En aquel tiempo, la cruz era la pena de muerte que el imperio imponía a los marginados. Tomar la cruz y cargarla en pos de Jesús era lo mismo que aceptar ser marginado por el sistema injusto que legitimaba la injusticia.

La Cruz de Jesús no es fruto del fatalismo de la historia, ni es una exigencia del Padre. La Cruz es la consecuencia del compromiso libremente asumido por Jesús de revelar la Buena Nueva de que Jesús es Padre y que, por consiguiente, todos y todas deben ser aceptados/as y tratados/as como hermanos y hermanas. Por este anuncio, él fue perseguido y no tuvo miedo a dar su vida. No hay prueba de mayor amor que dar la vida por los hermanos. En seguida, Marcos inserta aquí dos frases sueltas.

Marcos 8,38-9,1: Dos frases sueltas: una exigencia y un aviso.

La primera (Mc 8,38), es la exigencia para no avergonzarnos del Evangelio, y tener el valor de profesarlo. La segunda (Mc 9,1), es un aviso sobre la venida o la presencia de Jesús en los hechos de la vida. Algunos pensaban que Jesús vendría luego (1Ts 4,15-18). Jesús, de hecho, ya había venido y estaba presente en las personas, sobretodo en los pobres. Pero ellos no lo percibían. Jesús mismo había dicho: “Cuando ayudasteis al pobre, al enfermo, al sin casa, al preso, al peregrino, ¡era yo!” (Mt 25,34-45)

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

**¿Cuál es la cruz que pesa sobre mí y que hace pesada mi vida? ¿Cómo la llevo?
**Ganar la vida o perder la vida; ganar el mundo entero o perder la propia alma; avergonzarse del evangelio o profesarlo públicamente. ¿Cómo acontece esto en mi vida?

ORACIÓN FINAL

¡Dichoso el hombre que teme a Yahvé,
que encuentra placer en todos sus mandatos!
Su estirpe arraigará con fuerza en el país,
la raza de los rectos será bendita. (Sal 112,1-2)

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