Lecturas Cuarto Domingo de Adviento | 20 de diciembre | Ciclo B

SANTA MARÍA, MAESTRA DE ESPERANZA
Lecturas cuarto Domingo de Adviento

Lecturas cuarto Domingo de Adviento
Domingo 20 de diciembre de 2020Ciclo B

ANTÍFONAS MAYORES DE ADVIENTO
O Clavis David. (¡Oh, Llave de David!)
Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel;
que abres y nadie puede cerrar;
cierras y nadie puede abrir:
ven y libra a los cautivos
que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

PRIMERA LECTURA

2 Samuel 7, 1-5. 8-12. 14. 16
El reino de David permanecerá para siempre en presencia del Señor.

Lectura del segundo libro de Samuel

Tan pronto como el rey David se instaló en su palacio y el Señor le concedió descansar de todos los enemigos que lo rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: «¿Te has dado cuenta de que yo vivo en una mansión de cedro, mientras el arca de Dios sigue alojada en una tienda de campaña?». Natán le respondió: «Anda y haz todo lo que te dicte el corazón, porque el Señor está contigo».

Aquella misma noche habló el Señor a Natán y le dijo: «Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: ‘¿Piensas que vas a ser tú el que me construya una casa, para que yo habite en ella? Yo te saqué de los apriscos y de andar tras las ovejas, para que fueras el jefe de mi pueblo, Israel. Yo estaré contigo en todo lo que emprendas, acabaré con tus enemigos y te haré tan famoso como los hombres más famosos de la tierra.

Le asignaré un lugar a mi pueblo, Israel; lo plantaré allí para que habite en su propia tierra. Vivirá tranquilo y sus enemigos ya no lo oprimirán más, como lo han venido haciendo desde los tiempos en que establecí jueces para gobernar a mi pueblo, Israel. Y a ti, David, te haré descansar de todos tus enemigos.

Además, yo, el Señor, te hago saber que te daré una dinastía; y cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente’ «.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
salmo 88, 2-3. 4-5. 27. 29.

R/. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: «Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos. R/.

Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: ‘Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente’. R/.

El me podrá decir: ‘Tú eres mi padre, el Dios que me: protege y que me salva’. Yo jamás le retiraré mi amor, ni violaré el juramento que le hice». R/.

SEGUNDA LECTURA

Romanos 16, 25-27
Se ha revelado el misterio oculto durante siglos.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos

Hermanos:
A aquel que puede darles fuerzas para cumplir el Evangelio que yo he proclamado, predicando a Cristo, conforme a la revelación del misterio, mantenido en secreto durante siglos, y que ahora, en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las Sagradas Escrituras, para atraer a todas las naciones a la obediencia de la fe, al Dios único, infinitamente sabio, démosle gloria, por Jesucristo, para siempre. Amén. 
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 1. 38
R/. Aleluya, aleluya.

Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho. R/.

EVANGELIO

San Lucas 1, 26-38
Concebirás y darás a luz un hijo.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin».

María le dijo entonces al ángel: «¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?».
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios».

María contestó: «Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho». Y el ángel se retiró de su presencia. 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión Cuarto Domingo de Adviento

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