Lecturas miércoles 30 de diciembre | Día VI dentro de la Octava de Navidad
LA PROFECÍA DE ANA
Lecturas miércoles 30 de diciembre
Lecturas miércoles 30 de diciembre 2020
Día VI dentro de la Octava de Navidad
PRIMERA LECTURA
1 Juan 2, 12-17
El que hace la voluntad de Dios tiene vida eterna.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
Les escribo a ustedes, hijitos, porque han sido perdonados sus pecados en el nombre de Jesús. Les escribo a ustedes, padres, porque conocen al que existe desde el principio.
Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al demonio. Les he escrito a ustedes, hijitos, porque conocen al Padre. Les he escrito a ustedes, padres, porque conocen al que existe desde el principio. Les he escrito a ustedes jóvenes, porque son fuertes y la palabra de Dios permanece en ustedes y han vencido al demonio.
No amen al mundo ni lo que hay en él. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo: las pasiones desordenadas del hombre, las curiosidades malsanas y la arrogancia del dinero, no vienen del Padre, sino del mundo. El mundo pasa y sus pasiones desordenadas también. Pero el que hace la voluntad de Dios tiene vida eterna.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
salmo 95, 7-8a. 8b-9. 10.
R/. Alaben al Señor, todos los pueblos.
Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder y tribútenle honores a su nombre. R/.
Ofrézcanle en sus atrios sacrificios. Caigamos en su templo de rodillas. Tiemblen ante el Señor los atrevidos. R/.
«Reina el Señor», digamos a los pueblos. Él afianzó con su poder el orbe, gobierna a las naciones con justicia. R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
Un día sagrado ha brillado para nosotros. Vengan, naciones, y adoren al Señor, porque hoy ha descendido una gran luz sobre la tierra. R/.
EVANGELIO
Lucas 2, 36-40
Ana hablaba del niño a los que aguardaban la liberación de Israel.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.
Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño, se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.
Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión Evangelio 30 de diciembre. Día VI dentro de la Octava de Navidad