Reflexión al Evangelio | 19 de septiembre | 24º Semana – Tiempo Ordinario – Año Par
ESFORCEMOS POR SER TIERRA BUENA
Reflexión Evangelio 19 de septiembre
Reflexión al Evangelio sábado 19 de septiembre de 2020
Vigésima cuarta semana / Tiempo Ordinario
Año Par
Introducción
Si la semilla se seca no es a causa del calor. Jesús no dijo que se secó a causa del calor, sino porque «no tiene raíz». Si la palabra es ahogada no es por las zarzas sino por culpa de los que han dejado que crezca libremente. Con la voluntad tú puedes evitar que crezcan y hacer de la riqueza un uso conveniente. Por eso el Salvador no habla del «mundo» sino de los «afanes», no de la «riqueza» sino de la «seducción de las riquezas». No acusemos pues a las cosas en sí mismas, sino de la corrupción de nuestra conciencia…
Tú mismo ves que la causa de todo no es el sembrador, ni la semilla, sino la tierra que la recibe, es decir, las disposiciones de nuestro corazón. También ahí la bondad de Dios para con el hombre es inmensa puesto que, en lugar de exigir una misma medida de virtud, acoge a los primeros, no rechaza a los segundos y da un lugar a los terceros…
Es preciso, pues, primero escuchar con atención la Palabra, después guardarla fielmente en la memoria, después ser valiente, después despreciar las riquezas y liberarse del amor a todos los bienes del mundo. Si Jesús pide en primer lugar y antes que todas las demás condiciones poner toda la atención en la Palabra, es que ésta es la condición necesaria. «¿Cómo creerán si antes no la han oído?» (Rm, 10,14).
También nosotros, si no estamos atentos a lo que se nos dice, no sabremos cuales son los deberes que debemos cumplir. Tan sólo después llegan la valentía y el desprecio de los bienes del mundo. Si queremos sacar provecho de estas lecciones, seamos fuertes de todas maneras. Estemos atentos a la Palabra, hagamos que nuestras raíces crezcan en profundidad y desembaracémonos de todas las preocupaciones mundanas. (San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia, Sermones sobre san Mateo, n° 44; PG 57, 467.)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Lc 8, 15
R/. Aleluya, aleluya.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R/.
EVANGELIO
San Lucas 8, 4-15
Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, mucha gente se había reunido alrededor de Jesús, y al ir pasando por los pueblos, otros más se le unían. Entonces les dijo esta parábola: «Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron el ciento por uno».
Dicho esto, exclamó: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!».
Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esta parábola?». Y él les respondió: »A ustedes se les ha concedido conocer claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás, sólo en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
La parábola significa esto: la semilla es la Palabra de Dios. Lo que cayó en el camino representa a los que escuchan la palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para que no crean ni se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso representa a los que, al escuchar la palabra, la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba, fallan.
Lo que cayó entre espinos representa a los que escuchan la palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
- ¿Cómo está nuestro corazón sobre el que se derrama la palabra de Dios? ¿Cómo lo preparas? ¿Cuántos documentos de la Iglesia has leído?
- Dios solo nos propone sin imponer nada. ¿Por qué unos se abren generosamente a la palabra, mientras otros se cierran en la indiferencia? ¿Por qué?
Oración
Señor Dios nuestro, te damos gracias por hablarnos la palabra de tu Hijo Jesucristo y por sembrar en nuestras mentes y corazones las semillas de la fe. Abre nuestros oídos, día a día, a la semilla de su palabra, para que vaya creciendo en nosotros con mezcla de dolor, esfuerzo y alegría. Amén.