Reflexión al Evangelio 28 de agosto | San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia – Memoria

NO VIVAS DE LOS ELOGIOS DE LOS HOMBRES
Memoria San Agustín de Hipona

Reflexión al Evangelio
Memoria de San Agustín de Hipona, obispo y doctor de la Iglesia
Viernes 28 de agosto de 2020
Vigésima primera semana / Tiempo Ordinario
Año Par

Introducción

No llevaban aceite en sus lámparas. En su vaso, es decir en su corazón… Las vírgenes insensatas, que no han llevado el aceite con ellas, han procurado complacer a los hombres por su abstinencia y por sus buenas obras, que simbolizan las lámparas. Ahora bien, si el motivo de sus buenas obras es el de complacer a los hombres, no llevan el aceite con ellas. Pero vosotros, llevar este aceite con vosotros; llevadlo en vuestro interior donde sólo mira Dios; llevad allí el testimonio de una buena conciencia… Si evitáis el mal y hacéis el bien para recibir los elogios de los hombres, no tenéis aceite en el interior de vuestra alma. Antes de que estas vírgenes se durmieran, no dice que sus lámparas estén apagadas.

Las lámparas de vírgenes sensatas brillan con un vivo resplandor, alimentadas por el aceite interior, por la paz de la conciencia, por la gloria secreta del alma, por la caridad que la inflama.Las lámparas de las vírgenes necias también brillan, y ¿por qué brillan? Porque su luz era mantenida por las alabanzas de los hombres. Cuando se han levantado, es decir, en la resurrección de los muertos, han empezado a disponer sus lámparas, es decir, a preparar la cuenta que debían rendir a Dios de sus obras. Sin embargo, entonces no hay nadie para alabarlas… Buscan, como lo han hecho siempre, brillar con el aceite de otros, vivir de los elogios de los hombres: «Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan». (San Agustín de Hipona, Sermón 93.)

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cf, Lc 21, 36
R/. Aleluya, aleluya.

Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo del hombre. R/.

EVANGELIO

Ya viene el esposo, salgan a su encuentro.
Del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’. Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.
Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora». 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
FIESTA DE SAN AGUSTÍN, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA
Cuántas veces juzgamos a las personas por lo que fueron, sin tener en cuenta que salieron de ahí, que hubo un proceso, un camino, una conversión.
Para la reflexión personal
  • ¿Qué luz estamos guardando? ¿Qué puede alumbrar en nosotros cuando ya nos hayamos dormido, esto es, cuando ya la muerte nos haya sometido a su poder?
  • ¿Estamos siempre preparados y en vela? ¿Llevamos aceite para nuestra lámpara?
Oración

Señor Dios nuestro, fuente de toda sabiduría, tú nos invitas a ser sabios y previsores y a encontrar a tu Hijo con lámparas encendidas en nuestras manos. Ayúdanos a prepararnos para encontrarle en los acontecimientos de la vida diaria y en la gente que nos rodea, para que podamos entrar con él
en tu fiesta celestial, que es eterna. Amén.

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