Reflexión al Evangelio | 3 de Agosto | 18º Semana – Tiempo Ordinario
TENER FE EN LA PERSONA DE JESÚS
Reflexión Evangelio 3 de agosto
Reflexión al Evangelio lunes 3 de agosto de 2020
Décima octava semana / Tiempo Ordinario
Ciclo A
Introducción
El simbolismo de la narrativa del evangelio es muy fuerte. El agua embravecida del mar representa al mal, que traga a la gente. Jesús, el Señor, es más fuerte. Él invita a los discípulos y a la Iglesia entera a arriesgarse, desde la fe, a seguirle. La fe es insegura por sí misma; tenemos que pasar a través de las tormentas de la vida entre la fe y el temor. Pero el Señor está ahí, invisible, asegurándonos: ”Soy yo; Yo estoy con ustedes. No teman.” Hemos de tener fe en su persona, en su palabra, en su poder y en su divinidad. Los Apóstoles así lo reconocieron, a pesar de sus temores y luchas, y así lo proclamaban e iban de ciudad en ciudad anunciando la Buena Noticia de Jesús, la salvación y liberación que trajo a todos.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 1, 49
R/. Aleluya, aleluya.
Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel. R/.
EVANGELIO
Mándame ir a ti caminando sobre el agua.
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36
En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.
Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: «¡Es un fantasma!». Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: «Tranquilícense y no teman. Soy yo».
Entonces le dijo Pedro: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua». Jesús le contestó: «Ven». Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: «¡Sálvame, Señor!». Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: «Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios». Terminada la travesía, llegaron a Genesaret. Apenas lo reconocieron los habitantes de aquel lugar, pregonaron la noticia por toda la región y le trajeron a todos los enfermos. Le pedían que los dejara tocar siquiera el borde de su manto; y cuantos lo tocaron, quedaron curados.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
- ¿cuando tengo que pasar por momentos difíciles de persecución, de ridículo o conflicto interno, sigo confiando en el Señor?
- Ante los problemas concretos de tus amigos o parientes, ¿sabes ofrecer tu ayuda y tu disponibilidad a colaborar para encontrar vías de solución?
Oración
Señor, estamos constantemente tensos entre el miedo y la fe mientras peleamos con el viento y con las olas que amenazan nuestra fidelidad al evangelio. Danos la gracia de saber aceptar que la fe nunca es humanamente segura ni adquirida de una vez para siempre. Hazla crecer en nosotros día a día, para que no seamos pusilánimes y timoratos sino que sigamos resuelta y coherentemente a tu Hijo. Amén.