Reflexión al Evangelio | 3 de octubre | 26º Semana – Tiempo Ordinario – Año Par
REVESTIRSE DE LA ALEGRIA DE DIOS
Reflexión Evangelio 3 de octubre
Reflexión Evangelio sábado 3 de octubre de 2020
Vigésima sexta semana / Tiempo Ordinario
Año Par
Introducción
Cuando el hombre indeciso fracasa en cualquier empresa, la tristeza invade su alma, aflige al Espíritu Santo y le echa fuera… aleja, pues, de tu corazón la tristeza y no ahogues al Espíritu Santo que habita en ti. (1Tes 5,19), por miedo a que llame a dios contra ti y te deje. Porque el Espíritu de Dios, que te ha sido dado en tu carne, no soporta ni la tristeza ni incomodidad.
Revístete de alegría y haz de ella tu delicia. Eso es lo que agrada a Dios; eso es lo que él acoge favorablemente. Porque todo el que está lleno de gozo obra bien, piensa bien y pone a la tristeza debajo de sus pies. Por el contrario, el hombre triste obra siempre mal; primeramente, hace mal contristando al Espíritu Santo que con gozo ha sido dado al hombre; seguidamente comete una falta de piedad no orando ni alabando al Señor.
Porque la oración del hombre triste no tiene jamás la fuerza necesaria para subir al altar de Dios… Así como el vinagre mezclado con el vino hace perder el buen sabor a éste, de la misma manera la tristeza, mezclada con el Espíritu Santo, debilita la eficacia de la oración. Purifica, pues, tu corazón de esta tristeza perniciosa, y vivirás para Dios, igual que todos los que se habrán despojado de la tristeza y revestido de gozo. (El Pastor de Hermas, Obra cristiana del Siglo II: El Pastor, 10º precepto.)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Mt 11, 25
R/. Aleluya, aleluya.
Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.
EVANGELIO
San Lucas 10, 17-24
Alégrense de que sus nombres estén escritos en el cielo.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les contestó: «Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les sometan. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo».
En aquella misma hora Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: «¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
- La misión de ser portadores de la vida de Dios a los demás comporta un estilo pobre y humilde. ¿Está tu vida atravesada por la vida de Dios, de la Palabra de gracia que viene de Jesús?
- ¿Tienes confianza en la llamada de Dios y en su poder, que busca manifestarse a través de la simplicidad, de la pobreza y de la humildad?
Oración
Madre Santísima, te pedimos hoy que con nuestra alegría sepamos llevar a Dios a nuestros amigos y a los parientes. Tu que eres la causa de nuestra alegría, recuérdanos siempre, que dar alegría y paz, que jamás debemos perder, es una de las mayores muestras de caridad, el tesoro más valioso que tenemos, y muchas veces nuestra primera obligación en un mundo frecuentemente triste porque busca la felicidad donde no está. Amén.