Reflexión al Evangelio 3 de septiembre | San Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia – Memoria
LA OBEDIENCIA DA FUERZAS Y FRUTOS
Memoria San Gregorio Magno
Reflexión al Evangelio
Memoria de San Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia
Jueves 3 de septiembre de 2020
Vigésima segunda semana / Tiempo Ordinario
Año Par
Introducción
La necesidad de la obediencia para quien quiere ser discípulo de Cristo, está en que forma parte del misterio de la Redención, pues Cristo mismo «reveló su misterio y realizó la redención con su obediencia». Por eso, el que quiera seguir los pasos del Maestro no puede limitar su obediencia; Él nos enseñó a obedecer en lo fácil y en lo heroico, «pues obedeció en cosas gravísimas y dificilísimas: hasta la muerte de Cruz» La obediencia nos lleva a querer identificar en todo nuestra voluntad con la voluntad de Dios, que se manifiesta a través de los padres, de los superiores, de los deberes que llevan consigo los quehaceres familiares, sociales y profesionales.
La voluntad de Dios en lo que hace referencia al alma se revela de modo muy particular en los consejos de la dirección espiritual. Si permanecemos con Cristo, Él llena siempre nuestras redes. Junto a Él, incluso lo que parecía estéril y sin sentido se vuelve eficaz y fructuoso. «La obediencia hace meritorios nuestros actos y sufrimientos, de tal modo que, de inútiles que estos últimos pudieran parecer, pueden llegar a ser muy fecundos. Una de las maravillas realizadas por nuestro Señor es haber hecho que fuera provechosa la cosa más inútil, como es el dolor. Él lo ha glorificado mediante la obediencia y el amor» (Hablar con Dios)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 4, 19
R/. Aleluya, aleluya.
Síganme, dice el Señor, y yo los haré pescadores de hombres. R/.
EVANGELIO
Dejándolo todo, lo siguieron.
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la Palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar». Simón replicó: «Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra echaré las redes». Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: «¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!». Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro, al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Entonces Jesús le dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
- Ellos dejaron todo y siguieron a Jesús. ¿Yo que tengo que dejar para poder seguir a Jesús?
- ¿Que límites estoy poniendo a Jesús, en la misión a que me está o me ha llamado?
Oración
Padre amado, tú confías tu Buena Nueva de vida a gente débil y falible. Cólmanos con la fuerza de tu Santo Espíritu, para que estemos dispuestos
a proclamar tu mensaje de salvación en el lenguaje vivo de nuestro tiempo. Que Jesús tu Hijo obre y actúe con y en nosotros para que cada uno de nosotros tengamos el valor de decir: Aquí me tienes, Señor, envíame como tu mensajero. Amén.