Reflexión al Evangelio 6 de agosto | Fiesta de La Transfiguración del Señor
TRANSFIGURAR LA VIDA PERSONAL Y FAMILIAR
Fiesta de La Transfiguración
Reflexión Fiesta de La Transfiguración del Señor
Jueves 6 de agosto de 2020
Décima octava semana / Tiempo Ordinario
Ciclo A
Introducción
La escena que hoy conmemoramos es estimulante para nuestra vida. Centra nuestra mirada de fe sobre el Señor resucitado. A través de la cruz, Él va a introducirnos en la esfera de la nueva vida, como sucedió hace meses con la celebración del Triduo Pascual. Es una visión positiva, pascual, del camino de Jesús, que también quiere ser el nuestro. Para que no queramos rehuir la cruz, ni nos dejemos desalentar por ella, porque la última palabra es la gloria y la vida. Nos conviene oír la palabra invitante de Dios: “Este es mi Hijo: escúchenlo”. Nos muestra que si bien es cierto que toda nuestra vida esta fundada en el encuentro profundo y personal con Jesús, producto de nuestra oración, no debemos olvidar que nos espera un mundo en el que hay que establecer el Reino. La vida debe balancearse entre la oración y la actividad.
De la oración sacaremos la fuerza y la sabiduría para poder enfrentar al mundo y construirlo; del trabajo en el mundo regresaremos a la oración con los ojos pesados de sueño, pero con el corazón ardiendo en espera del encuentro con el Señor Jesús es el camino, la verdad, la vida. Siguiéndolo a Él, tenemos asegurada nuestra felicidad. A pesar de las cruces que encontremos en el camino.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 17, 5
R/. Aleluya, aleluya.
Este es mi Hijo muy amado, dice el Señor, en quien tengo puestas todas mis complacencias; escúchenlo. R/.
EVANGELIO
Su rostro se puso resplandeciente como el sol.
Del santo Evangelio según san Mateo 17,1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: «Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo». Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: «Levántense y no teman».
Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
- ¿Cómo transfigurar, hoy, tanto la vida personal y familiar, como la vida comunitaria en nuestra parroquia?
- ¿Intentamos comprender mejor a Jesús
- y ver su presencia en nuestra vida como algo verdadero y real?
- ¿Le escuchamos en nuestra vida?
Oración
Con palabras de la liturgia (de un himno de las horas), anhelemos ser transfigurados (en Él):
Transfigúrame, Señor, transfigúrame.
Quiero ser tu vidriera,
tu alta vidriera azul, morada y amarilla.
Quiero ser mi figura, sí, mi historia,
pero de ti en tu gloria traspasado.
Transfigúrame, Señor, transfigúrame.
Mas no a mí solo,
purifica también
a todos los hijos de tu Padre
que te rezan conmigo o te rezaron,
o que acaso ni una madre tuvieron
que les guiara a balbucir el Padrenuestro.
Transfigúranos, Señor, transfigúranos.
Si acaso no te saben, o te dudan
o te blasfeman, límpiales el rostro
como a ti la Verónica;
descórreles las densas cataratas de sus ojos,
que te vean, Señor, como te veo.
Transfigúralos, Señor, transfigúralos.
Que todos puedan, en la misma nube
que a ti te envuelve,
despojarse del mal y revestirse
de su figura vieja y en ti transfigurada.
Y a mí, con todos ellos, transfigúrame.
Transfigúranos, Señor, transfigúranos.