Reflexión al Evangelio 8 de septiembre | La Natividad de la santísima Virgen María – Fiesta

UNA LLAMADA A LA SANTIDAD
Fiesta de la Natividad de la Virgen

Reflexión al Evangelio
Fiesta de la Natividad de la Virgen María
Martes 8 de septiembre de 2020
Vigésima tercera semana / Tiempo Ordinario
Año Par

Introducción

María, desde la eternidad, es predestinada por la Trinidad Beatísima para ser la Madre de su Hijo. Para este fin fue adornada de todas las gracias: «El alma de María fue la más bella que Dios crió, de tal manera que, después de la encarnación del Verbo, esta fue la obra mayor y más digna que el Omnipotente llevó a cabo en este mundo» (San Alfonso M.ª de Ligorio). La gracia de María en el momento de su concepción sobrepasó las gracias de todos los santos y ángeles juntos, pues Dios da a cada uno la gracia que corresponde a su misión en el mundo. La inmensa gracia de María fue suficiente y proporcionada a la singular dignidad a la que Dios la había llamado desde la eternidad (Santo Tomás). Fue tan grande María en santidad y belleza expone San Bernardo, que no convenía que Dios tuviese otra Madre, ni convenía tampoco que María tuviese otro Hijo que Dios (San Bernardo). Y San Buenaventura afirma que Dios puede hacer un mundo mayor, pero no puede hacer una madre más perfecta que la Madre de Dios.

Recordemos hoy también nosotros que hemos recibido de Dios una llamada a la santidad, a cumplir una misión concreta en el mundo. Además de la alegría que nos produce siempre el contemplar la plenitud de gracia y la belleza de Nuestra Señora, también debemos pensar que Dios nos da a cada uno las gracias necesarias y suficientes, sin que falte una, para llevar a cabo nuestra vocación específica en medio del mundo. También hoy podemos considerar que es lógico que deseemos festejar el aniversario del propio nacimiento nuestro cumpleaños porque Dios quiso expresamente que naciéramos, y porque nos llamó a un destino eterno de felicidad y de amor. (Hablar con Dios)

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

R/. Aleluya, aleluya.
Dichosa tú, santísima Virgen María, y digna de toda alabanza, porque de ti nació el sol de justicia, Jesucristo, nuestro Dios. R/.

EVANGELIO

Ella ha concebido por obra del Espíritu Santo.
Del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-23

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.
Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: «José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo.

Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros. 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
Cómo ve la sociedad a las mujeres
FIESTA DE LA NATIVIDAD DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
Pidamos a María Santísima que interceda para que sirvamos bien a las mujeres, sin pretender que sean esclavas, pero tampoco querer que sean egoístas o unas tiranas.
Para la reflexión personal
  • ¿Qué significado tiene en nuestra vida la figura de María, la Madre del Señor y de la Iglesia?
  • ¿Hasta qué punto comprometemos toda la existencia con el plan de Dios en favor de toda la humanidad?
Oración

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, 
vida, dulzura y esperanza nuestra. 
Dios te salve. 
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, 
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. 
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, 
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, 
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. 
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, 
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén

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