Reflexión al Evangelio XV domingo | Tiempo Ordinario – Ciclo A

CULTIVA EL ENCUENTRO Y CRECIMIENTO CON EL SEÑOR
Reflexión Evangelio décimo quinto domingo.

Domingo 12 de julio de 2020
Reflexión Evangelio décimo quinto domingo.
Tiempo Ordinario / Ciclo A

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R/.

la clave para comprender el mensaje de Jesús tiene que ver con el oído, con la escucha de su palabra, de la PALABRA del Reino. Él está preocupado porque el corazón de su pueblo está «embotado», son «duros de oído». Y por eso proclama una nueva bienaventuranza: «Bienaventurados vuestros oídos porque oyen». Jesús no se refiere a la «capacidad auditiva» de captar unas palabras y enterarse, informarse de su contenido. Sino a permitir que esas palabras sean comprendidas (cabeza), afecten al corazón (a la propia vida: sentimientos, valores, opciones…) y a las manos: hacer, transformar, dar frutos. Dios/Jesús se hacen presentes cuando su Palabra es proclamada, buscando el diálogo con los creyentes. Así lo aclamamos al final de cada lectura en nuestras Eucaristías: «Palabra de Dios», Dios nos ha hablado. Sin embargo nos queda muchísimo camino por recorrer, muchos esfuerzos que hacer para que estos objetivos se vayan cumpliendo.  El Reino no es cuestión de números, de multitudes, de grandes medios… sino de que cada cual produzca lo que pueda: cien… o treinta. Lo que pueda. El sembrador, por su parte, no deja cada día de depositar en nosotros nuevas semillas… y tarde o temprano brotan.

EVANGELIO

Una vez salió un sembrador a sembrar.
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 1-23

Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla.

Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:
«Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Unos cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga».

Después se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.

Oirán y no entenderán

En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.

Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.

Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador.

A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.

Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.

Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto.

En cambio, lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta». 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión al Evangelio en el décimo quinto Domingo

Fray Nelson Medina, O.P.
EVANGELIO DÉCIMO QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO A
Separa, cuida y cultiva un tiempo para el encuentro de amor y de crecimiento con el Señor para que Él reine en tu vida y retrocedan en ti la distracción, la superficialidad y el agobio.
Para la reflexión personal
  • ¿Me siento movido por la palabra de Dios?
  • ¿Es importante para mi vida y mi felicidad la Palabra de Dios?
  • ¿Hago tiempo para cuidar y cultivar mi encuentro con el Señor por medio de su Palabra, ya sea escrita o proclamada?
  • ¿Que hago para que la Palabra de Dios reine en mi vida?
  • ¿Que hago para no caer en la trampa de la superficialidad religiosa?
Oración

Tu Hijo Jesús abrió los oídos de los sordos y dio vista a los ciegos. Danos la gracia de escuchar su mensaje de Buena Noticia de salvación, de estar en sintonía con su voz y su silencio, de abrir especialmente nuestro corazón
a toda la luz, amor y esperanza que nos interpelan en lo que Jesús nos dice.
Danos también valor para hablar y vivir según  nuestra fe, para que su palabra surta efecto en nosotros y dé abundante fruto.

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