Reflexión al Evangelio XVIII domingo | Tiempo Ordinario – Ciclo A
DEJAR LO PROPIO PARA SERVIR
Reflexión Evangelio décimo octavo domingo.
Domingo 2 de agosto de 2020
Reflexión Evangelio décimo octavo domingo.
Tiempo Ordinario / Ciclo A
Introducción
Somos impulsados por Jesús a llevar este servicio a los demás. Jesús es capaz de conmoverse. De una parte, Él se siente ligado a esta multitud y no quiere que se vaya; de la otra, tiene necesidad de soledad, de oración, con el Padre. Muchas veces pasa la noche orando con su Padre. Su compasión no es un vago sentimiento; en cambio muestra toda la fuerza de su voluntad por estar cerca de nosotros y salvarnos. Nos ama tanto. Tanto nos ama, Jesús. Y quiere estar cerca de nosotros. Vivir la comunión con Cristo es por lo tanto otra cosa que permanecer pasivos y ajenos a la vida cotidiana, al contrario, siempre nos introduce más en la relación con los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, para ofrecerles un signo concreto de la misericordia y de la atención de Cristo. Mientras nos nutre de Cristo, la Eucaristía que celebramos también nos transforma poco a poco en cuerpo de Cristo y en alimento espiritual para nuestros hermanos. Jesús quiere alcanzar a todos, para llevar a todos el amor de Dios. Por esto hace de cada creyente servidor de la misericordia.
Así Jesús ve a la gente, siente compasión, multiplica los panes y lo mismo hace con la Eucaristía. Y nosotros creyentes que recibimos este pan somos impulsados por Jesús a llevar este servicio a los demás, con la misma compasión de Jesús. Este es el camino. (Papa Francisco, catequesis 17 de agosto 2016)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 4, 4
R/. Aleluya, aleluya.
No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. R/.
EVANGELIO
Comieron todos hasta saciarse.
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer». Pero Jesús les replicó: «No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer», Ellos le contestaron: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados». Él les dijo: «Tráiganmelos».
Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión Personal
- ¿Alguna vez he pensado en la Eucaristía como un sentarse a la mesa con el Señor?
- ¿Jesús provee de alimento en abundancia. ¿Me confío a la providencia del Señor?
- ¿Qué significa para mi confiarme a la providencia?
- ¿He sido agradecido a Jesús por haberse entregado a nosotros? ¿Cuanto?
- ¿De qué modo y con qué intensidad nos hemos entregado a los demás?
Oración
Señor, danos la gracia de ser compasivos para con todos los pobres de nuestros días. Enséñanos a percibir sus necesidades, a sufrir con ellos, a compartir su angustia, a vendar sus heridas y a aplacar sus hambres.
Danos la fuerza necesaria para hacer todo esto en virtud de la fuerza
del alimento que Jesús nos da en cada eucaristía, su mismo cuerpo. Amén.