Reflexión al Evangelio XX domingo | Tiempo Ordinario – Ciclo A
PORQUE ESPERAR TE HACE BIEN
Reflexión Evangelio vigésimo domingo.
Domingo 16 de agosto de 2020
Reflexión Evangelio vigésimo domingo.
Tiempo Ordinario / Ciclo A
Introducción
También nosotros estamos llamados a crecer en la fe, a abrirnos y acoger con libertad el don de Dios, a tener confianza y gritar asimismo a Jesús: «¡Danos la fe, ayúdanos a encontrar el camino!». Es el camino que Jesús pidió que recorrieran sus discípulos, la cananea y los hombres de todos los tiempos y de todos los pueblos, cada uno de nosotros. La fe nos abre a conocer y acoger la identidad real de Jesús, su novedad y unicidad, su Palabra, como fuente de vida, para vivir una relación personal con él. El conocimiento de la fe crece, crece con el deseo de encontrar el camino, y en definitiva es un don de Dios, que se revela a nosotros no como una cosa abstracta, sin rostro y sin nombre;
La fe responde, más bien, a una Persona, que quiere entrar en una relación de amor profundo con nosotros y comprometer toda nuestra vida.
Por eso, cada día nuestro corazón debe vivir la experiencia de la conversión, cada día debe vernos pasar del hombre encerrado en sí mismo al hombre abierto a la acción de Dios, al hombre espiritual (cf. 1 Co 2, 13-14), que se deja interpelar por la Palabra del Señor y abre su propia vida a su Amor. alimentemos por tanto cada día nuestra fe, con la escucha profunda de la Palabra de Dios, con la celebración de los sacramentos, con la oración personal como «grito» dirigido a él y con la caridad hacia el prójimo.
Invoquemos la intercesión de la Virgen María, a la que mañana contemplaremos en su gloriosa asunción al cielo en alma y cuerpo, para que nos ayude a anunciar y testimoniar con la vida la alegría de haber encontrado al Señor. (Papa Emérito Benedicto XVI, Ángelus, Domingo 14 de agosto de 2005)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Mt 4, 23
R/. Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba la buena nueva del Reino y curaba a la gente de toda enfermedad. R/.
EVANGELIO
Mujer, ¡qué grande es tu fe!
Del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: «Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio». Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: ‘Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros». Él les contestó: «Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel».
Ella se acercó entonces a Jesús y, postrada ante él, le dijo: «¡Señor, ayúdame!». Él le respondió: «No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos». Pero ella replicó: «Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos». Entonces Jesús le respondió: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas». Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión al Evangelio del vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario
Para la reflexión personal
- Este silencio de Dios, a veces, nos atormenta. ¿Cuántas veces nos hemos quejado de este silencio?
- ¿Qué pensamos de los extranjeros, de los forasteros y desconocidos?¿Cómo los tratamos?
- ¿Cuál es nuestra actitud hacia gente que es diferente de nosotros?
Oración
Dios bueno, cuyo Reino es todo amor y paz, crea tú mismo en nuestra alma aquel silencio que es necesario para que te comuniques con ella. Ten misericordia de nosotros y perdona nuestra estrechez de miras y nuestro egoísmo. Danos corazones grandes y abiertos de par en par, para acoger con bondad a todos y llévanos a la vida eterna. Amén