Reflexión al Evangelio XXIV domingo | Tiempo Ordinario – Ciclo A
PERDONAR PORQUE HE SIDO PERDONADO
Reflexión Evangelio vigésimo cuarto domingo.
Domingo 13 de septiembre de 2020
Reflexión Evangelio vigésimo cuarto domingo.
Tiempo Ordinario / Ciclo A
Introducción
Para quien ha encontrado a Cristo y en él ha conocido la misericordia del Padre que perdona y renueva la vida, la piedad con los hermanos se convierte en un deber imprescindible: « ¿No debías haber tenido…?». Cuando el corazón del hombre ha conocido los amplios horizontes del verdadero amor, cuando ha descubierto que cada uno de nosotros ha sido pensado y querido desde la eternidad por un designio que le arranca del anonimato y de la desesperación del sinsentido para hacerle cooperador de la salvación universal, inevitablemente se adquiere también una mirada diferente sobre los hombres, reconocidos en Cristo como hermanos.
El amor tiene una ley propia fundamental: cuando se comparte con los otros, se multiplica; cuando lo retenemos para nosotros mismos, se deteriora en egoísmo. Un cristiano que no sea capaz de perdonar y hasta probablemente conserve en su corazón sentimientos de rencor, no se perjudica solo a si mismo, sino también a los otros a los que escandaliza. En efecto, el encuentro con Cristo no es autentico si no transforma radicalmente las relaciones interpersonales a partir de las que tenemos con las personas que viven a nuestro lado.
No siempre resulta fácil -más aún, en ocasiones puede resultar muy difícil- superar ciertas reacciones interiores frente a los que nos han causado sufrimiento. Para vencer la resistencias instintivas no hay camino más seguro que mantener fija la mirada en Jesus crucificado. Con excesiva frecuencia olvidamos todo lo que el Señor nos ha perdonado y nos perdona continuamente, mientras que tenemos una memoria optima para cobrarnos el más pequeño desaire recibido. Nuestro «yo» se muestra a menudo un monarca absoluto a quien todos deben honor y reverencia: ¡ay de él si alguien se permite ofender tal majestad! Sucede entonces que, mientras no honramos nunca de manera suficiente a nuestro Señor y Salvador, reclamamos justicia por cualquier nadería. Solo un amoroso recuerdo del sacrificio de Cristo podrá arrancarnos del pecho ese corazón de piedra y enseñarnos la dulce compasión de Dios. (G. Zevini, Lectio Divina).
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 13, 34
R/. Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. R/.
EVANGELIO
No te digo que perdones siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-35
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: «Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonado? ¿Hasta siete veces?». Jesús le contestó: «No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete».
Entonces Jesús les dijo: «El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’.
Pero el otro no quiso escuchado, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda. Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’. Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía. Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
- Hay en nuestra familia, entre nuestros amigos, alguien al que no hayamos perdonado la ofensa que nos ha hecho, alguien del que nos hayamos separado pensando: «No, con esta persona ya no puedo tener nada en común». ¿O somos hasta tal punto inconscientes de que no conocemos ni siquiera uno?
- ¿Qué tan a la ligera tomamos nuestras relaciones con los demás?
Oración
Señor Jesús, tú perdonaste a Pedro después de que te negó tres veces; no condenaste a la mujer sorprendida en adulterio: le animaste simplemente a que no pecara más; pediste a tu Padre que perdonara hasta a los que te habían crucificado. Perdónanos a nosotros también, Señor, y sigue haciéndolo cada vez que pequemos contra ti. Disponnos a perdonar siempre a otros y llévanos a la vida eterna. Amén.