Reflexión al Evangelio XXV domingo | Tiempo Ordinario – Ciclo A

EL PRIVILEGIO DE TRABAJAR PARA DIOS
Reflexión Evangelio vigésimo quinto domingo.

Domingo 20 de septiembre de 2020
Reflexión Evangelio vigésimo quinto domingo.
Tiempo Ordinario / Ciclo A

Introducción

Jesus, al revelarnos el rostro de un Dios que es Padre misericordioso, nos invita a salir de nuestro mezquino egoísmo para entrar en una dimensión donde el cálculo cede su puesto a la gratuidad. Así es, en efecto, «nuestro Padre, que está en los cielos»: un misterio de amor que siempre nos sorprende y nos invita a superarnos. Aun conociendo bien el Evangelio, nos sucede con excesiva frecuencia en la practica que estamos apegados a un concepto de presunta «justicia» que, en realidad, no es otra cosa mas que injusticia camuflada e indiferencia con los marginados.

Haber sido llamados por Dios no es, por otra parte, asumir un «trabajo duro», sino una invitación a prestar un servicio que lleva ya en sí mismo -como el amor- su recompensa. ¿Y cuál es, a fin de cuentas, esta recompensa, sino entrar precisamente en una comunión plena con el mismo Dios, que se entrega por completo a todos? Así las cosas, son imposibles las diferencias, es imposible tanto el más como el menos… Eso es lo que comprendieron los santos, que aprendieron la gran lección ofrecida por Jesús, que vino a morir de amor para que nadie quede excluido de la medida colmada y rebosante de un amor gratuito que nos hace descubrir a cada uno que somos amados eternamente con un amor de ternura y predilección. 

Escribió el obispo Fenelon (1651-1715): «No había nada en mí que precediera a sus dones. El primero de ellos, que fue el fundamento de todos los otros, es lo que llamo «yo mismo». Le debo no solo todo lo que tengo, sino también todo lo que soy. Este Dios que me ha hecho, me ha dado lo que soy… Todo es don: el que recibe los dones es el mismo el primer don recibido» (G. Zevini, Lectio Divina Verbo Divino (2008), pp. 367-372.)

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Hechos 16,14
R/. Aleluya, aleluya.

Abre, Señor, nuestros corazones, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R/.

EVANGELIO

San Mateo 20, 1-16
¿Vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?

Lectura del santo evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo.

Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía a otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’. Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’. Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.

Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’.

Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’. De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos». 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Evangelio vigésimo quinto domingo.
Dios quiere que vivamos en la gratuidad, que veamos nuestro trabajo en su Reino un regalo, que sintamos el privilegio de trabajar para Él.
Para la reflexión personal
  • ¿Qué puedo tomar que sea mío y no de Dios? ¿Adonde voy? ¿Dónde puedo cercar un terreno en el que Dios no tenga como mínimo «derecho de paso»? 
  • ¿Estoy preparado para responderle? ¿Para abrirle? ¿Para ofrecerle el fruto del amor que Él espera de mí?
Oración

Señor Dios nuestro, gracias por aceptar tanto a los pequeños como a los grandes, a los que vuelven a ti a última hora como a los que, por tu amoroso llamado, han trabajado duro en tu viña toda la vida. Ábrenos más a los dones gratuitos de tu gracia; haz que los aceptemos con gratitud y que apreciemos cuando das generosamente a otros. Transforma nuestros caminos egoístas en tus caminos de amor. Amén.

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