Reflexión Domingo Gaudete | III Domingo Adviento | 13 de diciembre – Ciclo B
VIVIR EN GOZOSA VIGILANCIA
Reflexión Domingo Gaudete
Domingo 13 de diciembre de 2020
Reflexión Domingo Gaudete
Ciclo B
Introducción
En concreto, la liturgia de este domingo, llamado Gaudete, nos invita a la alegría, a una vigilancia no triste, sino gozosa. «Gaudete in Domino semper» —escribe san Pablo—. «Alegraos siempre en el Señor» (Flp 4, 4). La verdadera alegría no es fruto del divertirse, entendido en el sentido etimológico de la palabra di-vertere, es decir, desentenderse de los compromisos de la vida y de sus responsabilidades. La verdadera alegría está vinculada a algo más profundo.
Ciertamente, en los ritmos diarios, a menudo frenéticos, es importante encontrar tiempo para el descanso, para la distensión, pero la alegría verdadera está vinculada a la relación con Dios. Quien ha encontrado a Cristo en su propia vida, experimenta en el corazón una serenidad y una alegría que nadie ni ninguna situación le pueden quitar. San Agustín lo había entendido muy bien; en su búsqueda de la verdad, de la paz, de la alegría, tras haber buscado en vano en múltiples cosas, concluye con la célebre frase de que el corazón del hombre está inquieto, no encuentra serenidad y paz hasta que descansa en Dios (cf. Confesiones, I, 1, 1).
La verdadera alegría no es un simple estado de ánimo pasajero, ni algo que se logra con el propio esfuerzo, sino que es un don, nace del encuentro con la persona viva de Jesús, de hacerle espacio en nosotros, de acoger al Espíritu Santo que guía nuestra vida. Es la invitación que hace el apóstol san Pablo, que dice: «Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1 Ts 5, 23).
En este tiempo de Adviento reforcemos la certeza de que el Señor ha venido en medio de nosotros y continuamente renueva su presencia de consolación, de amor y de alegría. Confiemos en él; como afirma también san Agustín, a la luz de su experiencia: el Señor está más cerca de nosotros que nosotros mismos: «interior intimo meo et superior summo meo» (Confesiones, III, 6, 11).
Encomendemos nuestro camino a la Virgen Inmaculada, cuyo espíritu se llenó de alegría en Dios Salvador. Que ella guíe nuestro corazón en la espera gozosa de la venida de Jesús, una espera llena de oración y de buenas obras. (Papa Emérito Benedicto XVI. Ángelus 11 de diciembre de 2011)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Is 61, 1 (cit. en Lc 4, 18)
R/. Aleluya, aleluya.
El Espíritu del Señor está sobre mí, Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. R/.
EVANGELIO
San Juan 1, 6-8. 19-28
En medio de ustedes hay uno al que ustedes no conocen.
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz. Este es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: ‘¿Quién eres tú?».
El reconoció y no negó quién era. El afirmó: «Yo no soy el Mesías». De nuevo le preguntaron: «¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?». Él les respondió: «No lo soy». «¿Eres el profeta?». Respondió: «No». Le dijeron: «Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?». Juan les contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor, como anunció el profeta Isaías».
Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: «Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias». Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
La pandemia nos ha confrontado con muchos tipos de soledades, de pérdidas. También nos ha ayudado a recuperar cosas y situaciones esenciales que habíamos olvidado vivir o disfrutar. El desierto puede ser lugar de crisis, pero también de encuentro, donde afloran las debilidades, pero también las fortalezas y recursos insospechados. (Fray Xabier Gómez García. Convento de Santo Tomás de Aquino «Olivar» (Madrid).
Oración
Ven, Señor, vístenos de Tú alegría, haznos humildes servidores de la humanidad allá donde desempeñemos nuestro trabajo y nuestra aportación a la sociedad y a la cultura. Obra en nosotros tus obras de verdad, de bien y de justicia para que todos vean que Tú eres el Camino de la vida auténtica y la energía de los mejores deseos de la humanidad. Santifica nuestras presencias en medio de este mundo tan extraño y complejo. Amén.