Reflexión Evangelio 12 de febrero | Semana V Tiempo Ordinario, viernes – Año Impar
LO QUE SIGNIFICA SER SORDOMUDO
Reflexión Evangelio 12 de febrero
Reflexión Evangelio 12 de febrero
Viernes 12 de febrero de 2021
Semana V del Tiempo Ordinario, viernes – Año Impar
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Hechos 16,14)
R/. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R/.
EVANGELIO
Marcos 7, 31-37
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva.
Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «¡Effetá!» (que quiere decir «¡Ábrete!»). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: «¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
Ser sordomudo, es decir, no poder escuchar ni hablar, ¿no será signo de falta de comunión y síntoma de división? La división y la incomunicabilidad, consecuencia del pecado, son contrarias al plan de Dios. (…) Las palabras «hace oír a los sordos y hablar a los mudos» constituyen una buena nueva, que anuncia la venida del reino de Dios y la curación de la incomunicabilidad y de la división.
La primera lección que sacamos de este episodio bíblico, recogido también en el rito del bautismo, es que, desde la perspectiva cristiana, lo primero es la escucha. Al respecto Jesús afirma de modo explícito: «Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica» (Lc 11, 28)
Escuchar juntos la palabra de Dios; practicar la lectio divina de la Biblia, es decir, la lectura unida a la oración; dejarse sorprender por la novedad de la palabra de Dios, que nunca envejece y nunca se agota; superar nuestra sordera para escuchar las palabras que no coinciden con nuestros prejuicios y nuestras opiniones; escuchar y estudiar, en la comunión de los creyentes de todos los tiempos, todo lo que constituye un camino que es preciso recorrer para alcanzar la unidad en la fe, como respuesta a la escucha de la Palabra.
Quien se pone a la escucha de la palabra de Dios, luego puede y debe hablar y transmitirla a los demás, a los que nunca la han escuchado o a los que la han olvidado y ahogado bajo las espinas de las preocupaciones o de los engaños del mundo (…) En efecto, en el diálogo nos escuchamos y comunicamos unos a otros; nos confrontamos y, con la gracia de Dios, podemos converger en su Palabra, acogiendo sus exigencias, que son válidas para todos. (Papa Emérito Benedicto XVI. Homilía 25 de enero de 2007)
Para la reflexión personal
Debemos preguntarnos: ¿no habrá sucedido que los cristianos nos hemos quedado demasiado mudos? ¿No nos falta la valentía para hablar y dar testimonio como hicieron los que fueron testigos de la curación del sordomudo en la Decápolis? Nuestro mundo necesita este testimonio; espera sobre todo el testimonio común de los cristianos. (Papa Emerito Benedicto XVI)
Oración
Abre, Jesús, nuestros oídos sordos a tu Palabra, que es fuente de vida; suelta el nudo de nuestras lenguas para que escuchemos tu voz bendita y te bendigamos en nuestra vida. Recordamos tu grito, ¡Effatha!, que dispersó nuestros fantasmas. Demasiado tiempo te hemos buscado en apariencias vacías, engaños del corazón, en seducciones de la antigua serpiente. Danos, Señor, un corazón que escuche tu voz en el «silencio sutil». Amén.