Reflexión Evangelio 15 de Enero | Semana I del Tiempo Ordinario, viernes – Año Impar
JESÚS RESPONDE A NUESTRA FE
Reflexión Evangelio 15 de Enero
Reflexión Evangelio 15 de Enero de 2021
Semana I del Tiempo Ordinario, viernes – Año Impar
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 7, 16
R/. Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. R/
EVANGELIO
Marcos 2, 1-12
El Hijo del hombre tiene el poder para perdonar los pecados.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta.
Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.
Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te quedan perdonados». Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: «¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?».
Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: «¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decide al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’ o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados -le dijo al paralítico-: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa».
El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «¡Nunca habíamos visto cosa igual!».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
Jesús manifestó su compasión para con los enfermo, revelando la gran bondad y ternura de su corazón, que le llevó a socorrer a las personas que sufrían en su alma y en su cuerpo, también con su poder de hacer milagros. (…) Con su empeño por librar del peso de la enfermedad a los que se acercaban a Él, Jesús nos deja vislumbrar la especial intención de la misericordia divina con respecto a ellos: Dios no es indiferente ante los sufrimientos de la enfermedad y da su ayuda a los enfermos, en el plan salvífico que el Verbo encarnado revela y lleva a cabo en el mundo.
Las curaciones corporales forman parte de esa obra de salvación y, al mismo tiempo, son signos de la gran curación espiritual que brinda a la humanidad. (…) En este; como en otros muchos casos, Jesús con el milagro quiere demostrar su poder de librar al alma humana de sus culpas, purificándola. Cura a los enfermos con miras a ese don superior, que ofrece a todos los hombres, es decir: la salvación espiritual (cf. Catecismo de la Iglesia Católica CEC 549). Los sufrimientos la enfermedad no pueden hacernos olvidar que para toda persona tiene mucha más importancia la salvación espiritual.
En el caso del paralítico, que acabamos de recordar, Jesús responde a la fe de las cuatro personas que le llevaron al enfermo: «Viendo la fe de ellos», dice san Marcos (Mc 2,5). […] Jesús quiere inculcar la idea de que la fe en él, suscitada por el deseo de la curación, está destinada a procurar la salvación que cuenta más: la salvación espiritual.
De los episodios evangélicos citados se deduce que la enfermedad como un tiempo de fe más intensa y, por consiguiente, como un tiempo de santificación y de acogida más plena y más consciente de la salvación que viene de Cristo. Es una gran gracia recibir esa luz sobre la verdad profunda de la enfermedad. (San Juan Pablo II. Papa. Audiencia general, 15 de junio de 1994)
Para la reflexión personal
- ¿Deseamos comunicar cuanto antes a quienes más aprecio tenemos el mayor bien que hemos encontrado? ¿Hablamos de Dios a nuestros amigos, a nuestros familiares, a los compañeros de estudio o de trabajo?
- ¿Es nuestra amistad un cauce para que otros se acerquen más a Cristo? ¿He tenido el suficiente valor de buscar a Dios en la multitud? ¿Con que pasión o coraje he vivido mi fe?
Oración
Gracias, Señor, por la fe de quien me ha llevado a ti, porque has conocido mi miseria, el pecado que me paraliza, sin haberme condenado. Por la mirada de infinita ternura que has posado sobre mí y por la alegría de la fe. Gracias por esa palabra que me ha vuelto a dar también la vida: «Hijo, tus pecados te son perdonados» y por la nueva libertad que ha «soltado» las cadenas que mantenían cautivo mi corazón y me ha dado un impulso antes desconocido. Y ahora que me has dado la posibilidad de caminar, sostenme, para que no disminuya por el camino. Amén.