Reflexión Evangelio 16 de Enero | Semana I del Tiempo Ordinario, sábado – Año Impar
JESÚS NOS LLAMA A SEGUIRLE
Reflexión Evangelio 16 de Enero
Reflexión Evangelio 16 de Enero de 2021
Semana I del Tiempo Ordinario, sábado – Año Impar
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Lc 4, 18
R/. Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado para llevar a los pobres la buena nueva y anunciar la liberación a los cautivos. R/.
EVANGELIO
Marcos 2, 13-17
No he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a caminar por la orilla del lago; toda la muchedumbre lo seguía y él les hablaba. Al pasar, vio a Leví (Mateo), el hijo de Alfeo, sentado en el banco de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos los que lo seguían. Entonces unos escribas de la secta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos: «¿Por qué su maestro come y bebe en compañía de publicanos y pecadores?».
Habiendo oído esto, Jesús les dijo: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
(…) la expresión más característica de la llamada es la palabra: «Sígueme» . Esa palabra manifiesta la iniciativa de Jesús. Con anterioridad, quienes deseaban seguir la enseñanza de un maestro, elegían a la persona de la que querían convertirse en discípulos. Por el contrario, Jesús, con esa palabra: «Sígueme», muestra que es él quien elige a los que quiere tener como compañeros y discípulos.
En efecto, más tarde dirá a los Apóstoles: «No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros» (Jn 15,16). En esta iniciativa de Jesús aparece una voluntad soberana, pero también un amor intenso. El relato de la llamada dirigida al joven rico permite vislumbrar ese amor. Allí se lee que, cuando el joven afirma haber cumplido los mandamientos de la ley desde su juventud, Jesús, «fijando en él su mirada, le amó» (Mc 10,21).
Esa mirada penetrante, llena de amor, acompaña su invitación: «Anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme» (Mc 10,21). Este amor divino y humano de Jesús, tan ardiente que en un testigo de la escena quedó muy grabado, es el mismo que se repite en toda llamada a la entrega total de sí en la vida consagrada.
Como he escrito en la exhortación apostólica Redemptionis donum: «En él se refleja el eterno amor del Padre, que “tanto amó… al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna” (Jn 3,16)». (San Juan Pablo II, papa. Audiencia general, 12 de octubre de 1994.)
Para la reflexión personal
«Déjate impactar por la Palabra de Dios y descubrirás que creer no es imaginar, ni sugestionarse; la fe te permite reconocer la presencia y el paso de Dios en tu vida.» (Fray Nelson Medina)
Oración
Señor, Médico Misericordioso, pasa hoy por nuestra vida y míranos: sentados, atados a nuestros mezquinos intereses, incapaces de levantarnos, a menos que tú nos llames.. Arráncanos de las insidias del Mal. Ven a compartir la mesa de nuestra vida cotidiana y danos plena confianza. Amén