Reflexión Evangelio 21 de diciembre | Lunes Ferias Mayores de Adviento | Ciclo A, B y C
LA ACCIÓN GOZOSA Y FECUNDA DEL ESPÍRITU
Reflexión Evangelio 21 de diciembre
Reflexión Evangelio lunes 21 de diciembre de 2020
Lunes Ferias Mayores de Adviento / Ciclo A, B y C
Introducción
El encuentro de las dos madres y el del Mesías con su Precursor constituyen la expresión de un único cántico de alabanza y acción de gracias a Dios por su presencia salvadora en medio de los hombres. Ahora nos toca a nosotros, siguiendo el ejemplo de María y de su pariente Isabel, abrir el corazón a la acción gozosa y fecunda del Espíritu y responder al don de Dios.
La Navidad es tiempo de gozo porque Dios se ha hecho uno de nosotros dándonos a su Hijo y porque nos hemos convertido todos en hermanos e hijos del mismo Padre. No es posible hacer lugar a la tristeza cuando celebramos el nacimiento de la vida, vida que destruye el temor de la muerte y nos aporta la alegría por la promesa de la eternidad: nadie queda excluido de esta alegría: la causa de la alegría es común a todos.
Alégrese el justo, porque se acerca el premio; alégrese el pecador, porque es invitado al perdón; anímese el pagano, porque es llamado a la vida (san León Magno).
María es el modelo de apertura de corazón a la acción del Espíritu. Ella con el don de la maternidad no se aisló en una autocomplacencia, sino que, cual verdadera «arca de la alianza» que encierra en sí la fuente de la vida, se pone con gozo en marcha para servir a los demás con una caridad traducida en humilde servicio. «La esposa no engendra obras de arte en la euforia y en la soledad, sino hijos de Adán que debe convertir en hijos de Dios con su carne y su alma» (M. Delbrel).
El anuncio de salvación y alegría que Dios nos aporta con su Palabra esta Navidad ¿no está quizás disfrazado en gestos de amor hacia los hermanos, especialmente con aquellos que carecen de motivos para alegrarse? (Zevini-Cabra. Lectio Divina Tiempo de Adviento y Navidad. , Vol. 1, Verbo Divino, Navarra, 2001)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
Emmanuel, rey y legislador nuestro, ven, Señor, a salvarnos. R/.
EVANGELIO
San Lucas 1, 39-45
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la reflexión personal
Amar es esencialmente entregarse a los demás. Lejos de ser una inclinación instintiva, el amor es una decisión consciente de la voluntad de ir hacia los otros. Para poder amar de verdad conviene desprenderse de todas las cosas y, sobre todo, de uno mismo, dar gratuitamente… Esta desposesión de uno mismo (…) es fuente de equilibrio. Es el secreto de la felicidad. (San Juan Pablo II, Alocución, 1-VI-1980)
Oración
Padre amoroso, con frecuencia no sabemos escuchar tu voz ni sabemos orar, pero nos has dado el Espíritu que silenciosamente ora en nosotros. De la misma forma nuestra Madre la Virgen María, comunicó al mundo, con alegría la salvación, concédenos que la Palabra que da vida y que nos regalas podamos vivirla con fe y testimoniarla con un compromiso concreto en nuestro trabajo de cada día, en nuestras familias y comunidad, para que siempre resplandezca esta alegre noticia de salvación para todos, santos y pecadores. Amén.
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