Reflexión Evangelio 25 de Enero | Semana III del Tiempo Ordinario, lunes – Año Impar
ES CRISTO QUIEN ELIGE Y CONVIERTE
Reflexión Evangelio 25 de Enero
Reflexión Evangelio 25 de Enero
Lunes 25 de enero de 2021
Conversión de san Pablo, Apóstol – Fiesta
Semana III del Tiempo Ordinario, lunes – Año Impar
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Jn 15, 16)
R/. Aleluya, aleluya.
Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca. R/.
EVANGELIO
Marcos 16, 15-18
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
«Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
El bienaventurado Pablo que nos reúne hoy ha iluminado al mundo entero. Cuando fue llamado se quedó ciego. Pero esta ceguera hizo de él una antorcha para el mundo. Veía para hacer el mal. En su sabiduría, Dios le volvió ciego para iluminarle para el bien. No solamente le manifestó su poder sino que le reveló las entrañas de la fe que iba a predicar.
Había que alejar de él todos los prejuicios, cerrar los ojos y perder las luces falsas de la razón para percibir la buena doctrina, «hacerse loco para llegar a ser sabio» como él mismo dirá más tarde (cf. 1 Cor 3,18). No hay que pensar que esta vocación le ha sido impuesta. Pablo era libre para escoger.
Impetuoso, vehemente, Pablo tenía necesidad de un freno enérgico para no dejarse llevar por la fuga y despreciar la llamada de Dios. Dios, pues, de antemano reprimió este ímpetu, cubriéndolo con la ceguera, apaciguando su cólera. Luego, le habló. Le dio a conocer su sabiduría inefable para que reconociera a aquel que perseguía y comprendiera que no podría resistirse a su gracia. No es la privación de la luz lo que le hizo quedar ciego sino el exceso de ella.
Dios escogió este momento. Pablo es el primero en reconocerlo: «Pero cuando Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo.» (Gal 1,15). Aprendamos, pues, de boca de Pablo, que ni él, ni nadie después de él, ha encontrado a Cristo por su propio espíritu. Es Cristo que se revela y se da a conocer, como lo dice el mismo Salvador: «No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros» (cf. Jn 15,16). (san Juan Crisóstomo, obispo. Homilía 2 sobre las alabanzas de san Pablo: PG 50, 480-484)
Para la reflexión personal
La razón de la vida de san Pablo, «Su conversión consiste precisamente en esto: en haber aceptado que Cristo, al que encontró por el camino de Damasco, entrará en su existencia y la orientará hacia un único fin: el anuncio del Evangelio. (San Juan Pablo II, Homilía 25 de enero de 1987.)
Oración
Dios de infinita bondad y misericordia, concédenos caminar fielmente, a ejemplo de san Pablo, por el camino que nos has abierto en Cristo Jesús. Haz que nuestros caminos, como el de Saulo, se crucen con el tuyo. Que, como el apóstol, queramos caminar con Jesús y seguir sus pasos hasta que lleguemos a ti, meta última de nuestra vida. Concédenos que ninguno de nosotros se pierda. Amén.
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