Reflexión Evangelio 26 de febrero | Primera Semana de Cuaresma – Viernes

LA JUSTICIA DIVINA
Reflexión Evangelio 26 de febrero

Reflexión Evangelio 26 de febrero
Viernes 26 de febrero de 2021
Primera Semana de Cuaresma


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Ez 18, 31
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y su espíritu, dice el Señor. R/.

EVANGELIO

Mateo 5, 20-26
Ve primero a reconciliarte con tu hermano.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.

Han oído que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.

Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.
Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo». 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Jesús subraya la urgencia de la reconciliación en una perspectiva escatológica: el otro ya no es el hermano, sino el adversario, el acusador que podemos encontrar en el camino de la vida: también con él debemos tratar de buscar un acuerdo, porque al final de la vida nos espera el Justo Juez, y debemos estar preparados para el juicio.

Jesús propone una justicia superior a la de los escribas y fariseos; la primera está basada en el conocimiento profundo de la Ley, la segunda, en la observancia escrupulosa de los preceptos. Es superior, pues, la justicia que no se fundamenta sólo en el saber y el hacer, sino sobre todo en el ser: esa justicia es santidad porque es participación en la bondad infinita de Dios. Jesús dirige cualquier acto a su origen, el corazón.

«El que se enoja contra su hermano…» Notemos la insistencia: ¡hermano! Se mata al hermano en el corazón con pensamientos o sentimientos hostiles e incluso, sencillamente, con la indiferencia. Se le mata también con palabras injuriosas o despectivas. Hoy está de moda hablar violentamente, vulgarmente. Contagiados por el clima de la sociedad en que vivimos, esta costumbre puede penetrar también en ambientes considerados cristianos, pero es totalmente antievangélica. Se suele decir: «Mata más la lengua que la espada», pero el pensamiento mata aún más que la lengua, porque no todos los pensamientos malos afloran en palabras…

¡Qué delicado es el sentido de la justicia que Jesús nos inspira! Se trata de la pureza de corazón, de santidad, y sólo se puede lograr con un constante deseo y compromiso de conversión. La justicia verdadera es la que Jesús ha proclamado e inaugurado en la cruz con su acto de perdón y de amor desmesurado. Estamos llamados continuamente a este misterio de muerte por amor. Los hermanos necesitan ver en nosotros los rasgos del rostro del amor que perdona y hace vivir. (Lectio Divina. Zevini – Cabra)


Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Evangelio 26 de febrero
La idea divina de justicia.
La justicia divina trae verdadera paz, está unida a la conversión, a que descubramos que el enemigo no es el opresor sino la opresión, no es cruel sino la crueldad, no es el pecador sino el pecado.
Para la reflexión personal

Si otras personas han sido testigos de nuestro mal genio o falta de amor, o de nuestra pereza, o de otros pecados, no nos debe importar que sepan y vean que estamos reparando esas debilidades. (Francisco Fernández-Carvajal. Hablar con Dios)

Oración

Señor, tú nos retas a ser responsables por el bien y el mal que hacemos, y nos llamas a la conversión. Nos pides una justicia mayor, la pureza de nuestro interior y nos descubres lo injustos que somos. Ayúdanos a enfrentarnos a nosotros mismos, para que no recurramos a excusas poco convincentes para encubrir nuestros fallos. Haznos honestos con nosotros mismos, y conscientes de que siempre podemos contar contigo, como nuestro guía y nuestra fuerza mientras peregrinamos por este valle de lágrimas. Amén

Tema #1: ¿Quién es Dios?. Curso de Apologética I

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