Reflexión Evangelio 27 de Enero | Semana III del Tiempo Ordinario, miércoles – Año Impar
CULTIVAR EL JARDÍN DE NUESTRA ALMA
Reflexión Evangelio 27 de Enero
Reflexión Evangelio 27 de Enero
Miércoles 27 de enero de 2021
Santa Angela Mérici, virgen – Memoria libre
Semana III del Tiempo Ordinario, miércoles – Año Impar
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R/.
EVANGELIO
Marcos 4, 1-20
Salió el sembrador a sembrar.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago, y se reunió una muchedumbre tan grande, que Jesús tuvo que subir en una barca; ahí se sentó, mientras la gente estaba en tierra, junto a la orilla. Les estuvo enseñando muchas cosas con parábolas y les decía:
«Escuchen. Salió el sembrador a sembrar. Cuando iba sembrando, unos granos cayeron en la vereda; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, donde apenas había tierra; como la tierra no era profunda, las plantas brotaron enseguida; pero cuando salió el sol, se quemaron, y por falta de raíz, se secaron.
Otros granos cayeron entre espinas; las espinas crecieron, ahogaron las plantas y no las dejaron madurar. Finalmente, los otros granos cayeron en tierra buena; las plantas fueron brotando y creciendo y produjeron el treinta, el sesenta o el ciento por uno». Y añadió Jesús: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando se quedaron solos, sus acompañantes y los Doce le preguntaron qué quería decir la parábola.
Entonces Jesús les dijo: «A ustedes se les ha confiado el secreto del Reino de Dios; en cambio, a los que están fuera, todo les queda oscuro; así, por más que miren, no verán; por más que oigan, no entenderán; a menos que se arrepientan y sean perdonados».
Y les dijo a continuación:
«Si no entienden esta parábola, ¿Cómo van a comprender todas las demás? El sembrador siembra la palabra.
Los granos de la vereda son aquellos en quienes se siembra la palabra, pero cuando la acaban de escuchar, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.
Los que reciben la semilla en terreno pedregoso, son los que, al escuchar la palabra, de momento la reciben con alegría; pero no tienen raíces, son inconstantes, y en cuanto surge un problema o una contrariedad por causa de la palabra, se dan por vencidos.
Los que reciben la semilla entre espinas son los que escuchan la palabra; pero por las preocupaciones de esta vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás, que los invade, ahogan la palabra y la hacen estéril.
Por fin, los que reciben la semilla en tierra buena son aquellos que escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha: unos, de treinta; otros, de sesenta; y otros, de ciento por uno».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
La parábola comienza y acaba con dos mandatos que invitan a la escucha, o sea -bíblicamente-, a la «obediencia», a dar la propia adhesión. Jesús, por consiguiente, quiere entrar en una relación viva con las personas a las que se dirige. (…) Ahora el sembrador y la semilla es el cristiano, que, tras recibir la Palabra, está llamado a dejarse transformar por ella para poderla anunciar hasta los confines del mundo. Con esta parábola, Jesús quiere hacernos comprender también que la Palabra debe ser predicada a todos, sin desconfianza, sin miedo a los fracasos. Y, a su tiempo, dará fruto.
Dios pone su ley en nuestros corazones, olvida nuestros pecados; por medio de Cristo estamos santificados…(…) Aceptar recibir no es una cosa fácil para el hombre, puesto que requiere una gran humildad. No es fácil reconocerse pobre, hacerse mendigo… En una sociedad como la nuestra, donde reina la abundancia, donde está de moda el mito del hombre infalible, donde la mentalidad dominante difunde una «cultura» basada en el éxito, en el saber y en el poder, en este contexto quien es pobre y tiene hambre de la Palabra de Dios es verdaderamente un extranjero, alguien que vive aislado.
Llegamos incluso a ser incapaces de reconocer cuáles son nuestras auténticas necesidades. ¿Qué es, en efecto, la tierra árida de la parábola sino ese vacío, ese deseo de la verdad y del silencio que todo hombre debería redescubrir en el fondo de su propio corazón, para reconocerse, finalmente, mendigo de Dios, buscador de lo absoluto? La Palabra encuentra en este vacío el terreno fecundo para fructificar. Sin embargo, mientras espera, el Señor busca de mil modos, incluso en los corazones aparentemente más cerrados, una mínima grieta donde sembrar su Palabra, una rendija por la que pueda entrar con su luz.
Este infinito y paciente amor de Dios, esta indómita esperanza suya, no nos autoriza, sin embargo, a dejar sin cultivar el jardín de nuestra alma; al contrario, nos impulsa a prepararlo con mayor cuidado en la espera trémula de que el divino Sembrador pase y se ponga solícitamente a trabajar para consumar su obra. (Lectio Divina. Zevini – Cabra)
Para la reflexión personal
«Si perseveramos, si insistimos bien convencidos de que el Señor lo quiere, también a tu alrededor, por todas partes, se apreciarán señales de una revolución cristiana: unos se entregarán, otros se tomarán en serio su vida interior, y otros –los más flojos– quedarán al menos alertados» (San Josemaría Escrivá, Surco, n. 207.)
Oración
Señor Jesús, tu Palabra nos impulsa hoy a abrirte el corazón con plena confianza. Somos un campo sembrado que quiere producir frutos en abundancia con ánimo confiado; pero llegada la noche pasan ante nuestros ojos, el peso de situaciones dolorosas, el bien omitido, el mal realizado, los intentos fallidos por levantarnos hacia ti. A la vez, nos conforta que tu Palabra viva, sepultada en nuestros corazones, nos hace ponernos humildemente de rodillas ante ti para decirte con sencillez: Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros. Acompáñanos al campo a sembrar; tú irás delante y nosotros te seguiremos. Amén.
Pingback: Reflexión Evangelio 28 de Enero | Semana III Tiempo Ordinario, jueves