Reflexión Evangelio 3 de febrero | Semana IV Tiempo Ordinario, miércoles – Año Impar
LA TENTACIÓN DE NO RECONOCER A JESÚS QUE PASA
Reflexión Evangelio 3 de febrero
Reflexión Evangelio 3 de febrero
Miércoles 3 de febrero de 2021
san Blas, obispo y mártir ó san Óscar, obispo – Memoria libre
Semana IV del Tiempo Ordinario, miércoles – Año Impar
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Jn 10, 27)
R/. Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. R/.
EVANGELIO
Marcos 6, 1-6
Todos honran a un profeta, menos los de su tierra.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: «¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?». Y estaban desconcertados.
Pero Jesús les dijo: «Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa». Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
El episodio del Evangelio nos enseña algo importante. Jesús nos deja libres; propone, no impone sus dones. Aquel día, ante el rechazo de sus paisanos, Jesús no se abandonó a amenazas e invectivas. No dijo, indignado, como se cuenta que hizo Publio Escipión, el africano, dejando Roma: «Ingrata patria, ¡no tendrás mis huesos!». Sencillamente se marchó a otro lugar. Una vez no fue recibido en cierto pueblo; los discípulos indignados le propusieron hacer bajar fuego del cielo, pero Jesús se volvió y les reprendió (Lc 9, 54).
Así actúa también hoy. «Dios es tímido». Tiene mucho más respeto de nuestra libertad que la que tenemos nosotros mismos, los unos de la de los otros. Esto crea una gran responsabilidad. San Agustín decía: «Tengo miedo de Jesús que pasa» (Timeo Jesum transeuntem). Podría, en efecto, pasar sin que me percate, pasar sin que yo esté dispuesto a acogerle.
Su paso es siempre un paso de gracia. Marcos dice sintéticamente que, habiendo llegado a Nazaret en sábado, Jesús «se puso a enseñar en la sinagoga». Pero el Evangelio de Lucas especifica también qué enseñó y qué dijo aquel sábado. Dijo que había venido «para anunciar a los pobres la Buena Nueva, para proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos; para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lucas 4, 18-19).
Lo que Jesús proclamaba en la sinagoga de Nazaret era, por lo tanto, el primer jubileo cristiano de la historia, el primer gran «año de gracia», del que todos los jubileos y «años santos» son una conmemoración. (Raniero Cantalamessa. Homilia XIV Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo B)
Para la reflexión personal
- ¿Nos dejamos seducir por el amor de Cristo?
- ¿Aceptamos nosotros a los que hablan fuerte y claro en favor de lo que es justo, verdadero y bueno?
Oración
Padre Misericordioso, enséñanos, sobre todo, a mantener fija la mirada en Jesús, tu Hijo amado, para acogerle siempre y escuchar lo que él nos diga,
aun cuando su palabra nos inquiete y nos moleste. Danos también la valentía para transmitir esta misma palabra a otros, para que nos libere a todos
y nos lleve a ti como pueblo tuyo querido. Convierte nuestros corazones para que no seamos desagradecidos y rebeldes, sino hijos dóciles a los que puedas levantar hasta tu mejilla de Padre tiernísimo. Amén.