Reflexión Evangelio 4 de diciembre | Viernes I Semana de Adviento | Ciclo A, B y C

CLAMAR A CRISTO COMO EL CIEGO
Reflexión Evangelio 4 de diciembre

Reflexión Evangelio Viernes 4 de diciembre de 2020
Viernes I Semana de Adviento / Ciclo A, B y C

Introducción

Hay cegueras causadas por el odio, por el interés materialista de la vida, por la distracción, por la pasión, el egoísmo, el orgullo o la cortedad de miras. (…) El Adviento nos invita a abrir los ojos, a esperar, a permanecer en búsqueda continua, a decir desde lo hondo de nuestro ser «ven, Señor Jesús», a dejarnos salvar y a salir al encuentro del verdadero Salvador, que es Cristo Jesús.

Sea cual sea nuestra situación personal y comunitaria, Dios nos alarga su mano y nos invita a la esperanza, porque nos asegura que él está con nosotros. La Iglesia peregrina hacia delante, hacia los tiempos definitivos, donde la salvación será plena. Por eso durante el Adviento se nos invita tanto a vivir en vigilancia y espera, exclamando «Marana tha», «Ven, Señor Jesús».

Al inicio de la Eucaristía, muchas veces repetimos -ojalá desde dentro, creyendo lo que decimos- la súplica de los ciegos: «Kyrie, eleison. Señor, ten compasión de nosotros». Para que él nos purifique interiormente, nos preste su fuerza, nos cure de nuestros males y nos ayude a celebrar bien su Eucaristía. Es una súplica breve e intensa que muy bien podemos llamar oración de Adviento, porque estamos pidiendo la venida de Cristo a nuestras vidas, que es la que nos salva y nos fortalece. La que nos devuelve la luz.

En este Adviento se tienen que encontrar nuestra miseria y la respuesta salvadora de Jesús. (José Aldazabal. Enséñame tus Caminos 1)


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.

Ya viene el Señor, nuestro Dios, con todo su poder para iluminar los ojos de sus hijos. R/.

EVANGELIO

san Mateo 9, 27-31
Quedaron curados dos ciegos que creyeron en Jesús.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: «¡Hijo de David, compadécete de nosotros!». Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: «¿Creen que puedo hacerlo?». Ellos le contestaron: «Sí, Señor».

Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que se haga en ustedes conforme a su fe». Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: «Que nadie lo sepa». Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
Ceguera espiritual
En la medida que nuestra atención está condicionada por nuestro corazón enfermo estamos ciegos.
Para la reflexión personal
  • ¿No necesitamos de veras que Cristo toque nuestros ojos y nos ayude a ver y a distinguir lo que son valores y lo que son contravalores en nuestro mundo de hoy? 
  • ¿en verdad queremos ser salvados? ¿nos damos cuenta de que necesitamos ser salvados? ¿seguimos a ese Jesús como los ciegos suplicándole que nos ayude?
Oración

Padre de la luz, no permitas que el poder de las tinieblas se apodere de nuestro corazón; abre con la gracia de tu Espíritu nuestros ojos. Cristo Jesús, verdadera luz venida a nuestro mundo para iluminarlo, sana nuestra ceguera, vence la oscuridad que nos asedia, para que aprendamos a ver las maravillas del amor de Dios con nosotros. Espíritu Santo, luz de los corazones, renueva nuestros ojos para que podamos comprender que tú no miras como mira el hombre, sino lo que Dios ama. Amén.

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