Reflexión Evangelio 8 de diciembre | La Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María – Solemnidad
INMACULADA, FUENTE DE LUZ INTERIOR
Reflexión Evangelio 8 de diciembre
Reflexión Evangelio martes 8 de diciembre de 2020
La Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María – Solemnidad
Martes II Semana de Adviento / Ciclo A, B y C
Introducción
María, desde el momento en que fue concebida por sus padres, fue objeto de una singular predilección por parte de Dios, quien en su designio eterno la escogió para ser madre de su Hijo hecho hombre y, por consiguiente, preservada del pecado original. Por eso, el ángel se dirige a ella con este nombre, que implícitamente significa: «colmada desde siempre del amor de Dios», de su gracia.
El misterio de la Inmaculada Concepción es fuente de luz interior, de esperanza y de consuelo. En medio de las pruebas de la vida, y especialmente de las contradicciones que experimenta el hombre en su interior y a su alrededor, María, Madre de Cristo, nos dice que la Gracia es más grande que el pecado, que la misericordia de Dios es más poderosa que el mal y sabe transformarlo en bien.
Por desgracia, cada día nosotros experimentamos el mal, que se manifiesta de muchas maneras en las relaciones y en los acontecimientos, pero que tiene su raíz en el corazón del hombre, un corazón herido, enfermo e incapaz de curarse por sí solo. La Sagrada Escritura nos revela que en el origen de todo mal se encuentra la desobediencia a la voluntad de Dios, y que la muerte ha dominado porque la libertad humana ha cedido a la tentación del Maligno.
Pero Dios no desfallece en su designio de amor y de vida: a través de un largo y paciente camino de reconciliación ha preparado la alianza nueva y eterna, sellada con la sangre de su Hijo, que para ofrecerse a sí mismo en expiación «nació de mujer» (cf. Ga 4, 4). Esta mujer, la Virgen María, se benefició anticipadamente de la muerte redentora de su Hijo y desde la concepción fue preservada del contagio de la culpa. Por eso, con su corazón inmaculado, nos dice: confiad en Jesús, él os salvará. (Papa Emérito Benedicto XVI. Ángelus, Miércoles 08 de diciembre del 2010).
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Lc 1. 28
R/. Aleluya, aleluya.
Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres. R/.
EVANGELIO
San Lucas 1, 26-38
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin».
María le dijo entonces al ángel: «¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?».
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo. que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios».
María contestó: «Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho». Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión Evangelio 8 de diciembre, Solemnidad de La Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María por Fray Nelson Medina. O.P.
Para la reflexión personal
Oración
¡Oh, María Inmaculada, estrella de la mañana que disipas las tinieblas de la noche oscura, a Ti acudimos con gran confianza! Aparta de nuestro camino tantas seducciones del gusto mundano de la vida; robustece las energías no sólo de la edad juvenil, sino de todas las edades, ya que están también expuestas a las tentaciones del Maligno. (san Juan XXIII, Papa)