Reflexión Evangelio II Domingo de Adviento | 6 de diciembre – Ciclo B

EL SEÑOR QUIERE HABLAR AL CORAZÓN DE SU PUEBLO
Reflexión II Domingo de Adviento

Domingo 6 de diciembre de 2020
Reflexión II Domingo de Adviento
Ciclo B

Introducción

En este segundo domingo de Adviento la Palabra de Dios asume el tono conmovedor del así llamado segundo Isaías, que a los israelitas, probados durante decenios de amargo exilio en Babilonia, les anunció finalmente la liberación: «Consolad, consolad a mi pueblo, dice el profeta en nombre de Dios.

Hablad al corazón de Jerusalén, decidle bien alto que ya ha cumplido su tribulación» (Is 40, 1-2). Esto es lo que quiere hacer el Señor en Adviento: hablar al corazón de su pueblo y, a través de él, a toda la humanidad, para anunciarle la salvación.

También hoy se eleva la voz de la Iglesia: «En el desierto preparadle un camino al Señor» (Is40, 3). Para las poblaciones agotadas por la miseria y el hambre, para las multitudes de prófugos, para cuantos sufren graves y sistemáticas violaciones de sus derechos, la Iglesia se pone como centinela sobre el monte alto de la fe y anuncia: «Aquí está vuestro Dios. Mirad: Dios, el Señor, llega con fuerza» (Is 40, 11).

Este anuncio profético se realizó en Jesucristo. Él, con su predicación y después con su muerte y resurrección, cumplió las antiguas promesas, revelando una perspectiva más profunda y universal. Inauguró un éxodo ya no sólo terreno, histórico y como tal provisional, sino radical y definitivo: el paso del reino del mal al reino de Dios, del dominio del pecado y la muerte al del amor y la vida. Por tanto, la esperanza cristiana va más allá de la legítima esperanza de una liberación social y política, porque lo que Jesús inició es una humanidad nueva, que viene «de Dios», pero al mismo tiempo germina en nuestra tierra, en la medida en que se deja fecundar por el Espíritu del Señor.

Por tanto, se trata de entrar plenamente en la lógica de la fe: creer en Dios, en su designio de salvación, y al mismo tiempo comprometerse en la construcción de su reino. En efecto, la justicia y la paz son un don de Dios, pero requieren hombres y mujeres que sean «tierra buena», dispuesta a acoger la buena semilla de su Palabra.

Primicia de esta nueva humanidad es Jesús, Hijo de Dios e hijo de María. Ella, la Virgen Madre, es el «camino» que Dios mismo se preparó para venir al mundo. Con toda su humildad, María camina a la cabeza del nuevo Israel en el éxodo de todo exilio, de toda opresión, de toda esclavitud moral y material, hacia «los nuevos cielos y la nueva tierra, en los que habita la justicia» (2 P 3, 13). A su intercesión materna encomendamos las esperanza de paz y de salvación de los hombres de nuestro tiempo. (Benedicto XVI, Papa Emérito. Ángelus 07 de diciembre de 2008).


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 3, 4. 6
R/. Aleluya, aleluya.

Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán la salvación de Dios. R/.

EVANGELIO

san Marcos 1, 1-8
Enderecen los senderos del Señor.

Lecturas del santo Evangelio según san Marcos

Éste es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
En el libro del profeta Isaías está escrito:
He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: «Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos».

En cumplimiento de esto, apareció en el desierto Juan el Bautista predicando un bautismo de conversión, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: «Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo». 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
Dios obra en nosotros si nos disponemos
Reflexión II Domingo de Adviento, CICLO B
Solo el Señor puede hacernos hombres nuevos, pero Él quiere que nos preparemos
para que pueda obrar en nosotros orando, escuchando su Palabra y pidiéndole que venga a nuestra vida.
Para la reflexión personal
  • ¿Qué hemos hecho con respecto a la Buena Nueva de Jesús sobre el amor, la justicia y la paz? ¿Podemos decir «Aquí está nuestro Dios», en cuyo nombre hacemos nueva esta tierra?
  • ¿Qué esfuerzos hemos hecho nosotros para construir caminos que lleven a Dios y a los hermanos?
Oración

Padre Misericordiosos, por medio de los profetas del pasado y de los de hoy, nos llamas a vivir fielmente los retos del evangelio si queremos ser tu pueblo. Despiértanos de nuestro modo de vivir cómodo y auto-satisfecho. Danos la inquietud de acelerar la venida de tu Hijo y de tu reino y abrásanos con el fuego de su Espíritu para que podamos llevar el calor de su amor e integridad a este mundo frío y egoísta. Amén.

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