Reflexión lunes 11 de octubre | San Juan XXIII, Papa – Memoria

EL SÍNDROME DE JONÁS
Reflexión lunes 11 de octubre

Reflexión lunes 11 de octubre de 2021
San Juan XXIII, Papa – Memoria

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Sal 94, 8)
R/. Aleluya, aleluya.

Hagámosle caso al Señor, que nos dice: «No endurezcan su corazón». R/.

EVANGELIO

Lucas 11, 29-32
A la gente de este tiempo no se le dará otra señal que la del Profeta Jonás.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decirles:
«La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo.

Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.

Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Hay una grave enfermedad que amenaza hoy a los cristianos: el «síndrome de Jonás», aquello que hace sentirse perfectos y limpios como recién salidos de la tintorería, al contrario de aquellos a quienes juzgamos pecadores y por lo tanto condenados a arreglárselas solos, sin nuestra ayuda. Jesús en cambio recuerda que para salvarnos es necesario seguir el «signo de Jonás», o sea, «la misericordia del Señor».

Jesús se dirige a un grupo de personas llamándolas «generación perversa». Es «una palabra que casi parece un insulto: esta generación es una generación perversa. ¡Es muy fuerte! Jesús, tan bueno, tan humilde, tan manso, pero dice esta palabra». Sin embargo, Él no se refería ciertamente a la gente que le seguía; se refería más bien a los doctores de la ley, a los que buscaban ponerle a prueba, hacerle caer en una trampa. Era toda gente que le pedía signos, pruebas. Y Jesús responde que el único signo que se les dará será «el signo de Jonás».

¿Pero cuál es el signo de Jonás?

La semana pasada, la liturgia nos ha hecho reflexionar sobre Jonás. Y ahora Jesús promete «el signo de Jonás». Jonás, no quería ir a Nínive y huyó a España. Pensaba que tenía las ideas claras: la doctrina es ésta, se debe creer esto. Si ellos son pecadores, que se las arreglen; ¡yo no tengo que ver! Este es «el síndrome de Jonás». Y Jesús lo condena. Por ejemplo, en el capítulo vigésimo tercero de san Mateo los que creen en este síndrome son llamados hipócritas. No quieren la salvación de esa pobre gente. Dios dice a Jonás: pobre gente, no distinguen la derecha de la izquierda, son ignorantes, pecadores. Pero Jonás continúa insistiendo: ¡ellos quieren justicia! Yo observo todos los mandamientos; ellos que se las arreglen.

He aquí «el síndrome de Jonás», que golpea a quienes no tienen el celo por la conversión de la gente, buscan una santidad —me permito la palabra— «una santidad de tintorería», o sea, toda bella, bien hecha, pero sin el celo que nos lleva a predicar al Señor». Ante esta generación, enferma del síndrome de Jonás, promete el signo de Jonás. En la otra versión, la de Mateo, se dice: pero Jonás estuvo en la ballena tres noches y tres días… La referencia es a Jesús en el sepulcro, a su muerte y a su resurrección. Y éste es el signo que Jesús promete: contra la hipocresía, contra esta actitud de religiosidad perfecta, contra esta actitud de un grupo de fariseos.

El signo que Jesús promete

es «su perdón, a través de su muerte y de su resurrección». El signo que Jesús promete «es su misericordia», la que ya pedía Dios desde hace tiempo: «misericordia quiero, y no sacrificios». Así que, el verdadero signo de Jonás es aquél que nos da la confianza de estar salvados por la sangre de Cristo. Hay muchos cristianos que piensan que están salvados sólo por lo que hacen, por sus obras. Las obras son necesarias, pero son una consecuencia, una respuesta a ese amor misericordioso que nos salva». Las obras solas, sin este amor misericordioso, no son suficientes.

El síndrome de Jonás

Por lo tanto «el síndrome de Jonás» afecta a quienes tienen confianza sólo en su justicia personal, en sus obras. Y cuando Jesús dice «esta generación perversa», se refiere «a todos aquellos que tienen en sí el síndrome de Jonás». Pero hay más: El síndrome de Jonás, nos lleva a la hipocresía, a esa suficiencia que creemos alcanzar porque somos cristianos limpios, perfectos, porque realizamos estas obras, observamos los mandamientos, todo. Una grave enfermedad, el «síndrome de Jonás». Mientras que «el signo de Jonás» es «la misericordia de Dios en Jesucristo muerto y resucitado por nosotros, por nuestra salvación».

Y a los cristianos dice: vosotros sois llamados por Jesucristo. El signo de Jonás nos llama. Que la liturgia del día, nos ayude a comprender y a hacer una elección: «¿Queremos seguir el síndrome de Jonás o el signo de Jonás?». (S.S. Papa Francisco. Misa matutina en Santa Marta. Lunes 14 de octubre de 2013.)

Reflexión lunes 11 de octubre de 2021

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión lunes 11 de octubre de 2021
La gente no sabe lo que en realidad necesita.
El misionero tiene un impulso de llevar algo que no le están pidiendo pero que es necesario porque la gente no sabe cuánto necesita de Dios, la gente no sabe el bien que le quiere traer el Evangelio, pero éste es para ellos.
Para la reflexión personal

Jesús está presente en nuestro mundo “yo estoy con ustedes todos los días” (Mt 28, 20). No obstante, su presencia para engendrar vida necesita ser recibida, acogida. Jesús nos deja libres para abrirnos o cerrarnos ante Él, acoger la vida o rechazarla. Hoy lunes 11, ¿qué signos de la presencia de Dios descubro a mí alrededor? ¿Cómo lo acojo? ¿A qué me invita? Tomado de Dominicos.org

Oración

Señor Dios, Padre nuestro: Nosotros también a veces deseamos ver señales extraordinarias que den vigor a nuestra fe vacilante. Danos una fe que sea suficientemente fuerte, que no necesite pruebas ni milagros, sino simplemente que confíe en ti y en tu Hijo, nuestro Salvador Jesucristo. Haz más profunda esta nuestra fe y que ella sea el verdadero fundamento de toda nuestra vida. Amén.


Hoy celebramos la memoria de:
San Juan XXIII:
Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII. En sus cinco años como Papa, el mundo entero pudo ver en él una imagen auténtica del Buen Pastor. Humilde y atento, decidido y valiente, sencillo y activo. El pueblo veía en él un rayo de la benignitas evangelica y lo llamaba “el Papa de la bondad”.

Por si no lo has visto:
Una Hora de Alabanzas para el MEC por Juan Soriano

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