Reflexión martes 19 de octubre | 29a. Semana Tiempo Ordinario – Año Impar
VELAR: ORANDO Y HACIENDO EL BIEN.
Reflexión martes 19 de octubre
Reflexión martes 19 de octubre de 2021
29a. Semana Tiempo Ordinario
Año Impar
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Lc 21, 36)
R/. Aleluya, aleluya.
Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo del hombre. R/.
EVANGELIO
Lucas 12, 35-38
Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque.
Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos».
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
[…] la página evangélica, invita a los cristianos a desapegarse de los bienes materiales, en gran parte ilusorios, y a cumplir fielmente su deber tendiendo siempre hacia lo alto. El creyente permanece despierto y vigilante a fin de estar preparado para acoger a Jesús cuando venga en su gloria. Con ejemplos tomados de la vida diaria, el Señor exhorta a sus discípulos, es decir, a nosotros, a vivir con esta disposición interior, como los criados de la parábola, que esperan la vuelta de su señor. «Dichosos los criados —dice— a quienes el Señor, al llegar, encuentre en vela» (Lc 12, 37). Por tanto, debemos velar, orando y haciendo el bien.
Es verdad, en la tierra todos estamos de paso, como oportunamente nos lo recuerda la carta a los Hebreos. Nos presenta a Abraham, vestido de peregrino, como un nómada que vive en una tienda y habita en una región extranjera. Lo guía la fe. «Por fe —escribe el autor sagrado— obedeció Abraham a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber a dónde iba» (Hb 11, 8). En efecto, su verdadera meta era «la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Hb 11, 10).
La ciudad a la que se alude no está en este mundo, sino que es la Jerusalén celestial, el paraíso. Era muy consciente de ello la comunidad cristiana primitiva, que se consideraba «forastera» en la tierra y llamaba a sus núcleos residentes en las ciudades «parroquias», que significa precisamente colonias de extranjeros (en griego, pàroikoi) (cf. 1 P 2, 11). De este modo, los primeros cristianos expresaban la característica más importante de la Iglesia, que es precisamente la tensión hacia el cielo.
Pensar en la Vida Futura
Por tanto, la liturgia de la Palabra de hoy quiere invitarnos a pensar «en la vida del mundo futuro», como repetimos cada vez que con el Credo hacemos nuestra profesión de fe. Una invitación a gastar nuestra existencia de modo sabio y previdente, a considerar atentamente nuestro destino, es decir, las realidades que llamamos últimas: la muerte, el juicio final, la eternidad, el infierno y el paraíso. Precisamente así asumimos nuestra responsabilidad ante el mundo y construimos un mundo mejor.
La Virgen María, que desde el cielo vela sobre nosotros, nos ayude a no olvidar que aquí, en la tierra, estamos sólo de paso, y nos enseñe a prepararnos para encontrar a Jesús, que «está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso y desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos». (Papa Emérito Benedicto XVI. Ángelus. Domingo 12 de agosto de 2007)
Reflexión martes 19 de octubre de 2021
Para la reflexión personal
No olvidemos que en la lucha en lo pequeño, el alma se fortalece y se dispone para oír las continuas inspiraciones y mociones del Espíritu Santo. Y es ahí también, en el descuido de lo que parece de poca importancia (puntualidad, dedicar al Señor el mejor tiempo para la oración, la pequeña mortificación en las comidas, en la guarda de los sentidos…), donde el enemigo se hace peligroso y difícil de vencer.
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.
Oración
Señor, cada día experimentamos que somos como un crisol, a veces como una olla hirviendo de valor y cobardía, de preguntas, vacilaciones, vulnerabilidad, de egoísmo y de generosidad, de pecado y de gracia. Señor, concédenos que sepamos aceptar nuestra solidaridad en el pecado, para compartir mucho mejor nuestra solidaridad en la salvación, que viene a nosotros por medio de tu Hijo, Sean pocos o muchos los años que me quedan de vida, necesito estar listo para lo que tu Providencia permita. Tú conoces todas mis acciones, mis pensamientos y guías siempre mi camino, por eso te doy gracias; pero también conoces mis temores y mi fragilidad, por eso te pido la fortaleza y la sabiduría que necesito para sentir la urgencia de trabajar por tu Iglesia. Amén.
Evangelio de ayer:
EL VIAJE DEL EVANGELIO POR MUNDO
Por si no lo has visto
Tema #1
Introducción Al Libro De Apocalipsis
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