Reflexión Martes 31 de agosto | 22a. Semana Tiempo Ordinario – Año Impar
LA AUTORIDAD EN LA LÓGICA DE DIOS.
Reflexión Martes 31 de agosto
Reflexión Martes 31 de agosto de 2021
22a. Semana Tiempo Ordinario
Año Impar
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cf. Lc 7. 16)
R/. Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. R/.
EVANGELIO
Lucas 4, 31-37
Sé que tú eres el santo de Dios.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, Jesús fue a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Todos estaban asombrados de sus enseñanzas, porque hablaba con autoridad.
Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo y se puso a gritar muy fuerte: «¡Déjanos! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé que tú eres el Santo de Dios».
Pero Jesús le ordenó: «Cállate y sal de ese hombre». Entonces el demonio tiró al hombre por tierra, en medio de la gente, y salió de él sin hacerle daño. Todos se espantaron y se decían unos a otros: «¿Qué tendrá su palabra? Porque da órdenes con autoridad y fuerza a los espíritus inmundos y éstos se salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
El Evangelio […] nos presenta a Jesús que, un sábado, predica en la sinagoga de Cafarnaún, la pequeña ciudad sobre el lago de Galilea donde habitaban Pedro y su hermano Andrés. A su enseñanza, que despierta la admiración de la gente, sigue la liberación de «un hombre que tenía un espíritu inmundo», el cual reconoce en Jesús «al santo de Dios», es decir, al Mesías.
En poco tiempo su fama se difunde por toda la región, que él recorre anunciando el reino de Dios y curando a los enfermos de todo tipo: palabra y acción. San Juan Crisóstomo pone de relieve cómo el Señor «alterna el discurso en beneficio de los oyentes, en un proceso que va de los prodigios a las palabras y pasando de nuevo de la enseñanza de su doctrina a los milagros» (Hom. in Matthæum 25, 1: pg 57, 328). La palabra que Jesús dirige a los hombres abre inmediatamente el acceso a la voluntad del Padre y a la verdad de sí mismos.
En cambio, no sucedía lo mismo con los escribas, que debían esforzarse por interpretar las Sagradas Escrituras con innumerables reflexiones. Además, a la eficacia de la palabra Jesús unía la de los signos de liberación del mal. San Atanasio observa que «mandar a los demonios y expulsarlos no es obra humana sino divina»; de hecho, el Señor «alejaba de los hombres todas las enfermedades y dolencias. ¿Quién, viendo su poder… hubiera podido aún dudar de que él era el Hijo, la Sabiduría y el Poder de Dios?» (Oratio de Incarnatione Verbi 18.19: pg 25, 128 bc.129 b).
La autoridad en la lógica de Dios.
La autoridad divina no es una fuerza de la naturaleza. Es el poder del amor de Dios que crea el universo y, encarnándose en el Hijo unigénito, abajándose a nuestra humanidad, sana al mundo corrompido por el pecado. Romano Guardini escribe: «Toda la vida de Jesús es una traducción del poder en humildad…, es la soberanía que se abaja a la forma de siervo» (Il Potere, Brescia 1999, pp. 141-142).
A menudo, para el hombre la autoridad significa posesión, poder, dominio, éxito. Para Dios, en cambio, la autoridad significa servicio, humildad, amor; significa entrar en la lógica de Jesús que se inclina para lavar los pies de los discípulos (cf. Jn 13, 5), que busca el verdadero bien del hombre, que cura las heridas, que es capaz de un amor tan grande como para dar la vida, porque es Amor.
En una de sus cartas santa Catalina de Siena escribe: «Es necesario que veamos y conozcamos, en verdad, con la luz de la fe, que Dios es el Amor supremo y eterno, y no puede desear otra cosa que no sea nuestro bien» (Ep. 13 en: Le Lettere, vol. 3, Bolonia 1999, p. 206). (Papa Emérito Benedicto XVI. Ángelus. Domingo 29 de enero de 2012)
Reflexión Martes 31 de agosto de 2021
Para la reflexión personal
Jesús nos sigue hablando a cada uno, personalmente, en la intimidad de la oración, al leer cada día el Evangelio… Hemos de aprender a escucharle también entre los mil sucesos del día, y en lo que en nuestro lenguaje llamamos fracaso o dolor. Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.
Oración
Señor, decimos que autoridad significa servicio, pero la experiencia nos dice que es muy difícil llevar a la práctica este hermoso principio. Guarda siempre, Señor, ante nuestros ojos el ejemplo de tu Hijo Jesucristo. Su autoridad salvaba y curaba, era respetuosa con la gente. Y a nosotros nos compromete a salir de nuestra mediocridad. Que ojalá los que ostentan autoridad entre nosotros sean humildes, modestos y entregados, deseosos de servir hasta el fin, y modelados, en el ejercicio de su autoridad, según el servidor de todos: Jesús, Hijo tuyo y Señor nuestro. Amén.
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