Reflexión Miércoles 18 de agosto | 20a. Semana Tiempo Ordinario – Año Impar
NADIE QUEDA EXCLUIDO DEL AMOR DE DIOS
Reflexión Miércoles 18 de agosto
Reflexión Miércoles 18 de agosto de 2021
20a. Semana Tiempo Ordinario
Año Impar
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Hb 4, 12)
R/. Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. R/.
EVANGELIO
Mateo 20, 1-16
¿Vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?
✠ Lectura del santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo.
Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía a otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’. Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’.
Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.
Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’.
Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’. De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos».
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
Lo que da el Señor nunca debe ser considerado como un «derecho» adquirido por nuestras prestaciones, sino siempre como un don gratuito de la bondad divina y, como tal, no puede ser «juzgado», sino solo acogido o rechazado. En consecuencia, para poder entrar en relación con Dios, es necesario -como ya advirtió Jesús al comienzo de su predicación- un cambio de mentalidad, o conversión, pues de otro modo nos arriesgamos al escándalo.
El acento principal de la parábola, que retoma la imagen de la viña -símbolo de Israel en la tradición bíblica-, esta puesto en la bondad desmesurada -y por eso incomprendida- de Dios, que acoge, en Cristo, a los últimos llegados al Reino de Dios, es decir, a los paganos y a los pecadores convertidos, y les ofrece el mismo trato reservado a los primeros llamados.
Si el dueño de la parábola hubiera pagado a los obreros empezando por los primeros que llamó para trabajar en la viña, estos se habrían marchado sin quejarse, satisfechos con la paga, y los últimos habrían gozado sin ser molestados por la liberalidad del generoso patrón.
¿A que viene la provocación de Jesús?
¿A que viene entonces la provocación que supone mostrar el incomprensible saldo que nos hace estremecernos cada vez? Jesús, al revelarnos el rostro de un Dios que es Padre misericordioso, nos invita a salir de nuestro mezquino egoísmo para entrar en una dimensión donde el cálculo cede su puesto a la gratuidad.
Así es, en efecto, «nuestro Padre, que está en los cielos»: un misterio de amor que siempre nos sorprende y nos invita a superarnos. Aun conociendo bien el Evangelio, nos sucede con excesiva frecuencia en la practica que estamos apegados a un concepto de presunta «justicia» que, en realidad, no es otra cosa mas que injusticia camuflada e indiferencia con los marginados.
¿Por que en vez de quejarse del salario no sintieron mas bien los «primeros» la exigencia de dar las gracias por haber sido llamados enseguida al trabajo, sin verse obligados a vivir la penosa espera que fácilmente hace caer a las personas paradas en la incomodidad o en la desesperación?
Nadie queda excluido del amor de Dios
Haber sido llamados por Dios no es, por otra parte, asumir un «trabajo duro», sino una invitación a prestar un servicio que lleva ya en sí mismo -como el amor- su recompensa. ¿Y cuál es, a fin de cuentas, esta recompensa, sino entrar precisamente en una comunión plena con el mismo Dios, que se entrega por completo a todos? Así las cosas, son imposibles las diferencias, es imposible tanto el más como el menos…
Eso es lo que comprendieron los santos, que aprendieron la gran lección ofrecida por Jesús, que vino a morir de amor para que nadie quede excluido de la medida colmada y rebosante de un amor gratuito que nos hace descubrir a cada uno que somos amados eternamente con un amor de ternura y predilección. (G. Zevini, Lectio Divina. Verbo Divino (2008), pp. 367-372.)
Reflexión Miércoles 18 de agosto de 2021
Para la reflexión personal
Y nosotros, ¿no sabremos llevar, con paciencia, con cordialidad, a nuestros parientes, vecinos, amigos… hasta el Señor? El sentido apostólico de nuestra vida nos indicará el amor que tenemos a Cristo. No desaprovechemos ninguna ocasión: todas las horas son buenas para llevar obreros hasta la viña del Señor. Todas las edades son buenas para llenar las manos de frutos.
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.
Oración
Señor, Tú nos conoces como somos y aun así todavía nos amas. Enséñanos tus sorprendentes maneras, para que tus pensamientos lleguen a ser nuestros, para que cada vez que decimos: «Padre, venga a nosotros tu Reino», entendamos que tu Reino, es un Reino de justicia, amor y paz, de verdad y vida. Señor, el camino de la esperanza, es largo, fatigoso, lleno de obstáculos nuevos y oscuros, principalmente dentro de nosotros. Que tu amor no se de por vencido, a pesar de la dureza de nuestros corazones. Continua llamando a cada uno por su nombre, a cualquier hora, a trabajar como obreros en tu viña. Amén
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